Mario Iván B. Ruíz
*Los mexicanos somos “apapachadores”, cuidadores y sobreprotectores; eso limita la autonomía, dijo María Fayne Esquivel Ancona
Coneme / El objetivo de la crianza es formar personas independientes y autorreguladas, lo que a la postre impactará en el tejido social. Los seres humanos siempre tenderán hacia la autonomía a partir de una corta edad, para ello se requiere modelar la seguridad emocional y la autoestima equilibrada.
Lo anterior, de acuerdo con la académica de la Facultad de Psicología (FP) de la UNAM, María Fayne Esquivel Ancona, quien explicó que no podemos ser autónomos por decreto o por decisión, se trata de un proceso paulatino donde la sobreprotección parental funge como el factor antagónico para ello.
“Los mexicanos somos apapachadores, cuidadores y sobreprotectores, y eso limita la autonomía y, por lo tanto, también acota la seguridad”, destacó.
Al dictar la conferencia “¿Cómo ayudar a mi hijo en su seguridad y autonomía?”, en el auditorio “Dr. Florente López”, de la FP, la especialista en desarrollo socioafectivo resaltó que por ello es crucial el papel de los padres en ese objetivo.
Una de las primeras palabras que les dicen a sus hijos cuando realizan alguna actividad es “sola” o “solo”, eso es parte de la necesidad de la autonomía; sin embargo, hay situaciones que los progenitores no fomentan, como permitirles que ensayen o hagan actividades motu proprio; por ejemplo, en edad preescolar les indican con qué ropa se tienen que vestir, y es importante que los menores empiecen a decidir y los tutores respeten las iniciativas de autonomía, indicó.
En suma, detalló, la autonomía se fortalece cuando en la niñez y en la adolescencia se adquieren responsabilidades y se es consciente de propias acciones y decisiones.
Para impulsarla se deben considerar hábitos, interacciones sociales, desarrollo de funciones ejecutivas, actividades recreativas y responsabilidad. Esta se adquiere gradualmente y se adecúa a la edad y capacidad del niño. Para desarrollarla es importante establecer normas y límites; que puedan tomarse decisiones desde una corta edad, abundó.
En el caso de la autonomía con responsabilidad, continuó, los cuidadores principales deben ser claros para comunicarles qué esperan de ellas y ellos, sobre todo confiar en sus hijos cuando comienzan a asumir deberes; enseñarles que de los fracasos también se aprende; y estar disponibles cuando requieran apoyo, así como validar y valorar los esfuerzos que realizan.
De acuerdo con María Fayne Esquivel, “el adolescente lo puede todo, incluso físicamente”, pero eso no quiere decir que enfrente a su mundo solo porque carece de la independencia emocional y económica.
Por ello, los progenitores deben educar con el ejemplo. La educación y la crianza son el arte de dar afecto con límites, un factor trascendente es no juzgarlos, que no se les olvide que algún día fueron niños. Una persona con autonomía es alguien que se comunica mejor con los demás, entabla amistades con facilidad, tiene su red de amigos, concluyó.