María Esther Beltrán Martínez
Coneme / MÁLAGA, Esp.- El Museo Picasso Málaga, presenta una muestra monográfica de la pintora santanderina María Blanchard (1881- 1932). A través de ochenta y cinco obras el público puede descubrir un recorrido cronológico por las diferentes etapas de la vida de la pintora que fue la primera mujer de España en adoptar el estilo cubista y en experimentar en sus composiciones con la fragmentación y las múltiples perspectivas.
El curador de la exposición, José Lebrero Stals expresa que la muestra quiere poner de relieve la riqueza simbólica, el compromiso social, la complejidad formal y el carácter innovador propios del trabajo de la pintora en su relativamente corta trayectoria artística. “Sin duda, la consistente obra aquí reunida no fue suficientemente valorada en un contexto cultural y una época en la que a las mujeres se les suponía una inferioridad artística. Mujer cultivada y comprometida con su modo particular de vivir y de crear hasta el final, Blanchard traspasó los límites de los estereotipos de género de su tiempo”.
Explica que contribuyó al movimiento moderno por ser la primera mujer en España que utilizó sistemáticamente el método cubista para construir imágenes. La combinación de elementos geométricos y una hábil simultaneidad de puntos de vista, dan un carácter único tanto a las imágenes más abstractas de su primera época como a sus composiciones figurativas poscubistas, realizadas a partir de 1920. Su repertorio temático de maternidades, escenas domésticas, niños o mujeres trabajadoras, refleja una sentida preocupación femenina por la vulnerabilidad de la condición humana y el poder evocador de las emociones. Aspectos éstos que enfatiza con un impecable dominio técnico y un evidente interés por la historia y la tradición de la pintura europea.
¿Quién era Blanchard?
María Blanchard nace en una familia acomodada y culta de Santander. Con veintidós años inicia sus estudios de arte en Madrid, en un ambiente académico conservador propio del siglo xix español. Su obra de formación se centra en el retrato amable y detallado de los seres queridos, las temáticas costumbristas tan de moda en la España finisecular —como la construcción ficticia de la imagen sensual y salvaje de «la gitana»— o las recreaciones románticas de escenas de la mitología clásica.
En 1909 lleva a cabo su primer viaje a París, la capital internacional de la modernidad, donde la pintora española se enfrenta cara a cara con la radicalidad estética de las vanguardias tal como se están desarrollando en diversas ciudades de Europa a principios del siglo XX. Allí entra en contacto con los protagonistas del nuevo arte, como los españoles Pablo Picasso o Juan Gris, los latinoamericanos Diego Rivera con el artista mexicano tuvo una muy buena relación lo mismo con Vicente Huidobro y la rusa Marie Vassilieff.
Participa en la primera exposición «cubista» en Madrid, organizada en 1915 por Ramón Gómez de la Serna, en la que su obra recibe una feroz crítica machista. Decepcionada ante la desolación artística y el peso de la tradición y el academicismo imperante en la escena madrileña, la pintora deja España para siempre. Regresa a París en verano a buscar los aires de renovación y los cenáculos de experimentación que por aquel entonces habían convertido a la ciudad en indiscutible centro internacional de la nueva cultura visual.
Es entonces cuando se une decididamente al grupo de artistas afiliados a la aventura cubista, que había nacido en la capital francesa por obra y gracia de un pequeño círculo improvisado, una década antes de que el movimiento llegará a ser un discurso teórico sistematizado y convertido en proclama y soflama por un número de pintores tan extenso que acabaría teniendo difusión mundial. Esta parte esencial de su legado pictórico, aun siendo corta en el tiempo, la convierte, sin duda, en una de las más importantes actoras internacionales del movimiento cubista.
El Museo Picasso Málaga vuelve así a apostar por la labor de poner en valor a la mujer artista del siglo XX, tras anteriores muestras dedicadas a Sophie Taeuber-Arp (2009), Hilma af Klint (2013), Louise Bourgeois (2015); Somos plenamente libres. Las mujeres artistas y el surrealismo (2017); y Paula Rego (2022).