Por Roxana Hebe Hernández
*Andrés Ramírez Silva, Juan Carlos Narváez Gutiérrez y Mónica Jacobo Suárez analizaron la situación que se vive en nuestro país en materia de migración
*Los jóvenes migrantes de retorno (EUA-México) experimentan contradicciones en relación con las nociones de ciudadanía e idioma
Coneme / A partir de 2019, México ha experimentado un fenómeno social de gran magnitud: el incremento sostenido en la solicitud de reconocimiento a la condición de refugiado. En 2021 se alcanzó una marca histórica con 130 mil peticiones de 110 países de origen, razón por la cual se situó en el tercer país a nivel mundial con más solicitudes después de Estados Unidos y Alemania.
Lo anterior, de acuerdo con el coordinador general de la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados, Andrés Ramírez Silva, quien destacó que de esa cifra 23 por ciento correspondió a niñas, niños y adolescentes. Si se incluye a los jóvenes de hasta 24 años, alcanza 50 por ciento.
“Es una niñez y juventud refugiada. Nos da la posibilidad de entender que es un fenómeno que tiene un peso específico de gran magnitud. A partir de 2019 ha crecido el número en necesidad de protección nacional; en 2013 solo hubo mil 296 solicitantes, en 2018 se llegó a 29 mil 700 solicitantes, pero a partir de 2019 se dispararon a 70 mil solicitudes”, detalló.
Al participar en el Segundo Seminario Permanente “Violencias que impiden la integración de la infancia y juventud migrante en la sociedad: xenofobia, racismo y discriminación”, convocado por la Escuela Nacional de Trabajo Social (ENTS) de la UNAM, el egresado de la Facultad de Economía resaltó que el flujo en estos últimos años ha sido un desafío por la capacidad operativa limitada.
En 2023 se triplicó el promedio para el mes de enero: tuvimos 12 mil 863 solicitantes, otra marca histórica, varios de ellos menores y adolescentes acompañados; y solo el uno por ciento de no acompañados, precisó ante el presidente de la asociación “New Comienzos”, Israel Concha.
Por primera vez, también en enero pasado, Afganistán formó parte de las primeras diez nacionalidades que más solicitaron refugio (se ubicó en el séptimo sitio). “Esto no tiene parangón en nuestra historia, porque es una cultura distinta, con alimentación, religión e idioma diferentes; la mayoría de ellas y ellos hablan darí, idioma similar al persa, sabemos que huyen porque el talibán regresó al poder en agosto de 2021”.
Situación similar ocurre con los haitianos, que regularmente no proceden de su país de origen, sino de naciones como Chile y Brasil. Sin embargo, no hablan español, portugués o francés, sino creole, lo que dificulta la comunicación. Tapachula, Chiapas, es el sitio donde se realizan hasta 65 por ciento de las solicitudes de refugio a México, subrayó en el encuentro moderado por Javier Carreón Guillén y Ana Luz Minera Castillo, ambos de la ENTS.
Identidades
Al hacer uso de la palabra, Juan Carlos Narváez Gutiérrez, del Seminario Universitario de Estudios sobre Desplazamiento Interno, Migración, Exilio y Repatriación, de la UNAM, aseguró:
Deben abrirse los espacios para las políticas dirigidas a las y los jóvenes de manera universal, independientemente de su condición de nacionalidad o estatus migratorio.
Asimismo, buscar una forma para contribuir al bienestar emocional de estas generaciones que migran de manera forzada y que viven procesos de violencia.
En su oportunidad, la catedrática Conacyt, comisionada al Centro de Investigación y Docencia Económicas, Mónica Jacobo Suárez, se refirió a los jóvenes migrantes de retorno (Estados Unidos-México) quienes experimentan importantes contradicciones en relación con las nociones de ciudadanía e idioma
Hay fuertes sentimientos de pertenencia al país donde se criaron (EUA), pero no a donde nacieron (México). Su incorporación social y cultural está en constante construcción; ser mexicano en México es una experiencia nueva para varios de ellos, implica múltiples procesos de aprendizaje y de tensión, expuso.
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