Por Alberto Woolrich

México requiere, nuestra Patria necesita, pese a todo, alentar sus

esperanzas en la justicia electoral. Nuestros recintos de justicia en esa

esfera tienen y contienen buenos cimientos y la suficiente dignidad

institucional para dar el cabal cumplimiento a sus muy elevadas

funciones de control de legalidad a fin de salvaguardar nuestro

sufragio en contra de aquellas decisiones arbitrarias y pedantes del

poder político insensato y arbitrario.

México tiene que hacer memoria y recordar de manera permanente

que las funciones de nuestros Recintos de Justicia Electorales le

exigen a sus órganos jurisdiccionales enjuiciar las contiendas desde

parámetros y principios jurídicos objetivos atendiéndose a las

exigencias de constitucionalidad, legalidad e imparcialidad, olvidándose

de toda tentación partidista para evitar someterse a cualquier capricho

del poder reinante, que pudiera pretender exigir el sometimiento en

criterios de indignidad, oportunidad, conveniencia o ilegalidad, sin

amilanarse ante consecuencias políticas de insensatez.

Existe en nuestra Nación una muy añeja e imperiosa necesidad de

justicia, rigor y dignidad jurídica. Persiste al igual una profunda, muy

profunda crisis de desconfianza en las decisiones de índole político,

cimentadas en ocurrencias, necedades, arbitrariedades e injusticias. A

pesar de que múltiples togas de dignidad han venido sosteniendo una

espléndida labor de interpretación y aplicación de nuestra Constitución

Política, a fin de pretender librarse de la desconfianza que pudiera

existir en la justicia.

Nuestros Recintos de Justicia Electorales con sus múltiples

resoluciones, determinaciones y sentencias, en las cuales la mayoría de

ellas fueron perfectamente correctas, razonables y constitucionales.

Verdad resulta también, que con sus decisiones nuestros Tribunales

Electorales contribuyen a una efectiva garantía de salvaguardar

nuestro sufragio, lo cuál ha resultado ser una gran e incuestionable

valía. Y es a la par veraz, asimismo, que en últimas fechas esos

tribunales se han comportado con una rigurosa dignidad,

imparcialidad, objetividad, congruencia y eficiencia acorde con la

propia doctrina de nuestra Constitución Política de los Estados Unidos

Mexicanos.

Tanta politequería y porquería que a últimas fechas se ha lanzado

contra nuestros Órganos Jurisdiccionales Electorales desde todos los

ámbitos del Poder Ejecutivo y Legislativo, tanta deshorna que han

intentado acumular en contra de las Instituciones Electorales,

pretendiendo con ello obstruir la verdad jurídica que han dado origen a

tensas alarmas de intromisiones en la justicia.

Es el deseo de la Academia de Derecho Penal del Colegio de Abogados

de México, A.C., que después de pasadas éstas elecciones, se defienda

el sufragio de millones de mexicanos y que los Tribunales Electorales

vuelvan a poner las cosas en su sitio, actuando con la normalidad

jurídica que se debe. Así esperamos para bien de nuestra democracia.