Por Gabriela Arvizu
Coneme / La erupción del volcán submarino Hunga Tonga-Hunga Ha’apai, en Tonga, fue tan potente y única que su estallido dio la vuelta al mundo por más de cinco días seguidos, generando tsunamis en el orbe, lo que ha llevado a expertos a sugerir la inclusión de estas explosiones en la alerta temprana por maremotos.
María Teresa Ramírez-Herrera, especialista del Instituto de Geografía (IGg) de la UNAM, junto con sus estudiantes Oswaldo Coca y Víctor Vargas Espinosa, investigaron este fenómeno registrado el 15 de enero de 2022, el cual generó una explosión equivalente a 418 megatoneladas (miles de millones de toneladas) de TNT y ondas de choque (shock waves) que se propagaron por la atmósfera, inclusive llegaron hasta la ionosfera donde se encuentran los satélites alrededor de nuestro planeta.
“Este tipo de erupciones son excepcionales; es decir, ocurren poco, pero sus efectos se propagan a todo el planeta, por eso interesa tanto. Antes, en 1883, ocurrió una erupción similar por los efectos mundiales y fue la del volcán Krakatoa. La erupción del volcán de Tonga ocurrió el 15 de enero, a 9 mil kilómetros de distancia de las costas de México, y le tomó 7:30 horas para observar sus efectos en las costas de nuestro país -en el Pacífico, Golfo de México y el Caribe-”, explicó la académica del Laboratorio de Tsunamis y Paleosismología.
El coloso, precisó la investigadora, había dado evidencias de que se encontraba activo y, de hecho, en el año 1100 registró una erupción grande que impactó al planeta; ahora volvió a provocar perturbaciones marinas –tsunamis–, que llegaron a diversas partes del planeta.
Al revisar los datos de la Comisión Nacional del Agua (CONAGUA), Ramírez-Herrera y sus alumnos encontraron que la onda generada tardó 36 horas en darle una vuelta completa a la Tierra, pero sus posteriores rebotes duraron más de cinco días generando perturbaciones en el agua de los mares.
Las primeras olas gigantes en las costas del Pacífico mexicano llegaron a las 12:35 horas del 15 de enero, de acuerdo con información de la estación mareográfica de Lázaro Cárdenas, Michoacán. Y la altura máxima superó los dos metros en las estaciones de Ensenada (Baja California) y Manzanillo (Colima).
Según los registros, la onda de choque fue la causa de las alteraciones en el mar del Golfo de México y el Caribe. Mientras que las costas del Pacífico mexicano se vieron afectadas por la onda de choque, el tsunami generado por la erupción del volcán y su colapso, precisó.
“Lo que vimos es que primero llegó la onda de presión atmosférica, que viaja a la velocidad del sonido, que llega a las partes altas, lo que es la ionosfera, donde están los satélites, donde la onda se propagó tres veces más rápido que el sonido; y luego la onda que se propaga por el océano, como tsunami”, comentó.
Alerta temprana
Otro interés de los investigadores universitarios era conocer cómo funcionó el sistema de alerta temprana de tsunamis de México, y encontraron que la mayoría de los avisos llegaron a las comunidades a través de las redes sociales de Twitter y Facebook; sin embargo, no establecieron que las personas debían mantenerse alejadas de las costas.
Y aunque en el país no se reportaron víctimas, Ramírez-Herrera consideró que es necesario incorporar a los sistemas de alerta temprana de tsunamis las erupciones volcánicas y los deslizamientos de tierra, como ocurrió con el caso de Tonga. De tal manera que esta información llegue a las comunidades costeras de manera oportuna.
La experta en paleosismología y tsunamis, destacó que más allá de las grandes olas, los efectos del fenómeno también provocan corrientes marinas que impiden a la gente navegar y suelen hundir los barcos, de ahí la importancia de mejorar la alerta del Pacífico.
Al momento en que ocurrió la erupción, precisó, la advertencia solo se activaba por sismos, por lo que se tuvo que simular en computadora un movimiento telúrico de magnitud 5.8 para accionarla en el mundo. En el caso de México, el centro de atención envió la información a Protección Civil que informó a través de redes sociales e internet.
“Aunque mucha gente tiene celular, no todos, y aunque mucha gente está en redes, un adulto mayor no está pendiente de estas. En un país desarrollado puede funcionar bien, pero en México no. ¿Cuáles serían los medios? La radio podría ser la mejor opción porque a través de este medio se puede comentar qué hacer, a dónde dirigirse, etcétera. Así que hay que pensar en medios más adecuados para que llegue a la gente la información”, enfatizó.
La académica, quien también pertenece al grupo de respuesta rápida de tsunamis de la Unesco, comentó que dicho organismo hizo un llamado para incorporar en la alerta este tipo de eventos, no son comunes, pero es necesario estar preparados.