Por León Ossio
- Leer en voz alta permite que el alumno tenga mejor desempeño, dijo Vicente Quirarte Castañeda
- Hasta ahora nadie ha demostrado que los soportes electrónicos tengan garantizada su existencia futura, añadió
- Pablo Mora Pérez-Tejada dijo que vivimos con la pandemia, pero también con voces que nos dieron una visión de humanistas
Coneme / En un país como México el libro es un artículo de primera necesidad; además, es obligación fomentar la lectura y convencer a las personas de dedicar media hora para practicarla en voz alta, pues el público lector nace en casa y realizarla de esa manera permite que el alumno tenga mejor desempeño, aseguró el escritor, poeta e investigador del Instituto de Investigaciones Bibliográficas (IIB), Vicente Quirarte Castañeda.
Para el también miembro de la Junta de Gobierno de la UNAM es urgente regresar a los espacios laborales y de estudio, repoblarlos inteligentemente y con dignidad, porque en la medida en que se regresa se resignifica la existencia y vida del lector.
“Creo que esta reclusión debe contribuir a hacernos más dignos del espacio y de los objetos que nos rodean. Desgraciadamente el olvido es muy humano, olvidamos muy pronto, pero debemos entender esta enorme lección que nos da la reclusión y la necesidad de ver nuestro espacio y de vernos a nosotros mismos”, destacó.
Quirarte Castañeda recordó también lo dicho en su momento por José Vasconcelos en cuanto a pertenecer a los libros, porque no son nada si no tienen al lector quien finalmente es el protagonista de esta aventura; sin los lectores no existen los libros.
El autor de “Merecer un libro” (2016) y “México, Ciudad que es un país” (2017) entre otros textos, cerró el segundo ciclo internacional “Una cita con la Biblioteca Nacional de México: Historia de la Lectura y del libro en la pospandemia. Reflexiones sobre un porvenir incierto”, organizado por el IIB.
Al hacer uso de la palabra, el director del IIB, Pablo Mora Pérez-Tejada, felicitó a los organizadores y participantes en esta actividad, pues vivimos con la pandemia, pero también con voces que nos dieron una visión de humanistas y grandes lectores, que reivindican al libro como objeto e instrumento prodigioso.
“Estamos ante un desafío en el que debemos tener no incertidumbre, sino confianza en lo que ha hecho el hombre a través de su historia, desde los cantos que transcribió Homero, quien hizo lo que muchos de los que trabajamos en una biblioteca, los primeros actos de transmisión de esa poesía”, comentó.
Al continuar con su intervención, Quirarte Castañeda, merecedor de la Gran Orden Victoria de la República (reconocimiento entregado por el Gobierno de México) destacó:
La lectura y el libro son antídotos contra la depresión, el miedo y sin su existencia no somos para el mundo. A partir de la mano impresa en una roca como evidencia del paso del hombre por la tierra, la humanidad se ha empeñado en encontrar materiales y soportes que guarden los signos que en ellos reconocen; hasta ahora nadie ha demostrado que los soportes electrónicos tengan garantizada su existencia futura.
En cambio, la odisea del papel ha resistido el paso de los siglos. Otros materiales han tenido en uso corriente una vida igualmente prolongada. El papiro, fabricado con una planta que crece a orillas del Nilo, fue utilizado prácticamente en toda la historia de la antigüedad. Los griegos lo llamaron biblos, porque tal era el nombre de la ciudad fenicia desde la cual se importaba el artículo y de ahí se deriva la palabra biblia, que significa el libro, comentó.
El libro impreso que transformó radicalmente el uso del papel tiene poco más de 500 años: Leonardo Da Vinci trazó bocetos de máquinas voladoras; en un soporte semejante los escribas dieron noticia de naves, hombres y creaturas desconocidas, comentó el exdirector de la Biblioteca Nacional de México.
Con el tiempo, agregó, su producción ha variado poco y en nuestros días la industria fabrica, al año, aproximadamente 300 millones de toneladas de este material; los defensores del libro electrónico argumentan que la nueva tecnología permitirá la proliferación de los bosques.
En defensa del libro y su permanencia es preciso aclarar que de los árboles talados en el mundo solo 14 por ciento se destina a la industria papelera”, enfatizó Quirarte Castañeda. El papel, agregó, nos enfrenta a partir de las primeras letras a un diálogo callado y solitario con nosotros mismos, cuadriculado para las matemáticas, pautado para que las notas musicales se posen como aves y de nuestra elección depende el uso que se dé al papel vacío, al utilizar esa invención que forma parte de nuestra vida.
Lo que en los primeros meses de confinamiento por la pandemia nos llevó a la novedad de duplicar esfuerzos de aislamiento, se ha convertido en una obligación peligrosa que puede conducir al tedio y la depresión, estimó el miembro numerario de la Academia Mexicana de la Lengua.