Por María Elena Maldonado

Coneme / Se acaba el año, el tiempo tiene su camino y no voltea a mirarnos, no se detiene, no tiene compasión, ni celebra. El tiempo no existe, es un invento de nosotros para medir los ciclos de la naturaleza, el día y la noche, las estaciones, los meses de duración de un embarazo. Para medir el paso de los segundos, minutos, horas, días, meses, años… inventamos los relojes desde los albores de la civilización. Los primeros relojes fueron de agua –la Clepsidra- luego de sol, de arena, de cuerda, de cuarzo… ya había relojes personales, que los hombres llevaban en el

bolsillo, asegurados por una leontina –cadena- que se coloca en un ojal del chaleco o en una

presilla del pantalón, las mujeres lo llevaban alrededor del cuello. Fue en 1810 que Abraham-Louis Breguet (1747-1823 un relojero suizo, asentado en Paris, por encargo de la reina de Nápoles,

Carolina Murat, hermana de Napoleón, ideo y elaboró el primer reloj de pulsera de la historia y a pesar de ser una de las innovaciones más útiles, fue completamente ignorada por sus contemporáneos, fue a finales del siglo XIX que ocupó un lugar destacado en el vestuario de las damas, sujetos a cintas o cadenas dándole un carácter femenino y haciendo que parecieran joyas.

Los hombres seguían prefiriendo los relojes de bolsillo, que también se habían hecho más

pequeños con el paso de los años y cuya precisión había mejorado enormemente.

Pronto se hizo evidente que el elegante gesto de sacar un reloj del bolsillo no era práctico en todas las situaciones. El legendario piloto Alberto Santos Dumont manifestó su deseo de poder utilizar las dos manos durante el vuelo y de poder vigilar su reloj al mismo tiempo. Su amigo Louis

Cartier le diseñó el Cartier Santos en 1904, que sigue siendo una serie central de la colección de la en la actualidad. Así nació el primer reloj de pulsera para hombres y con él también el primer reloj de piloto.

Hoy día vemos relojes en todos lados, la tecnología y sus avances, el arte y sus creaciones.

Nuestros celulares, accesorio sin el cual la gran mayoría no sale de su casa, traen la hora, los hornos de microondas, las computadoras y los hay de todos precios, tamaños, colores, diseños, económicos y sólo para millonarios con metales y muchas piedras preciosas. Los calendarios, las agendas también han sido motivo de expresión artística

Observar el cielo, las estrellas fue la acción para crear los calendarios aunque en un principio nofue un método preciso. La posición de los planetas y las fases de la Luna se convirtieron en la referencia: cuando la Luna retornaba a la fase inicial de su órbita, el mes había terminado.

Cada pueblo adaptaba el calendario como un reflejo de su cultura: su religión, las festividades másimportantes, el paso de las estaciones y la cosecha… Además de introducir nuevas observaciones y cálculos que han llevado a los actuales.

Existen diferentes calendarios: el chino, el hebreo, el indio, el musulmán, el persa, el budista… El predominante en todo el mundo –el que usamos nosotros- es el gregoriano, es un calendario solar creado en 1582 y para uso práctico todos lo siguen, independientemente que para sus rituales y celebraciones hagan uso de sus versiones propias.

En la región de Mesopotamia, los sumerios y los babilonios fueron los pioneros en la creación de estas mediciones. Los sumerios dividieron el año en doce ciclos lunares para que, más tarde, los babilonios establecieran el día en 24 horas y la hora en 60 minutos. 5000 aC. 3000 aC.

Las agendas cuyo antecedente se sitúa en tiempos del Imperio Romano, se editaban pequeños folletos con mapas donde se establecía un itinerario, vocablo que proviene del latín itineris. Estos «viajes de un día» organizaban estas pequeñas rutas, como una guía De igual manera, imaginemos por un momento a Felipe II gobernando su imperio en América.

Las distancias y los medios de transporte de la época hacían que las comunicaciones entre España y América se demoraran meses. Una orden dictada, un conflicto, la firma de un tratado, un nombramiento, se fechaban en meses con lo que apoyarse en un calendario resultaba de utilidad.

Con la revolución industrial y el ferrocarril, las distancias y los tiempos se acortan al punto que podemos «agendar» en días o semanas. El formato que usamos actualmente nace para dar respuesta a esta nueva realidad, en la que todos sucede rápidamente. Se empiezan a editar almanaques con espacios para notas diarias.

Fechar la primera agenda tal cual hoy la conocemos es complicado aunque ejemplos tenemos con la agenda comercial norteamericana de finales del XVIII, la agenda francesa de principios de XIX que surge con el objetivo de plasmar «las cosas diarias que debo hacer» que se combinaba con un cuaderno de notas.

Lo que si es cierto es que la agenda calendarizada, desde mediados del XIX se acepta de forma amplia siendo  un elemento esencial en el siglo XX en oficinas y hogares.

Para medir la vida que es lo que tenemos nosotros, ya tenemos todos esos accesorios. Por eso cuando alguien dice “hay más tiempo que vida” es un acierto, pero si usa la frase para prorrogar una cita, un evento, habrá que recordarle sus límites y no dejar para mañana lo que puede hacer hoy, ninguno de nosotros tiene asegurada la existencia, con lo que debemos siempre tener presente lo efímero de nuestra presencia en la Tierra, del palpitar de nuestro corazón. El tiempo tiene su propio andar y nadie puede manipularlo a su favor.

Como dicen las frases de autoayuda, solo somos dueños de este instante, aprovéchalo en ser una persona positiva, apasionada y generosamente feliz; no mires el reloj ni el calendario, sería un desperdicio. Sólo hay que atenderlos para no fallarle a alguien más, ni a ti mismo. Disfruta siempre el camino y el destino, en ellos haya sólo días felices.