Por Alberto Woolrich

Coneme / Como bien resulta sabido en derecho, la protesta de un cargo público implica la subordinación a la norma constitucional. Por ello como bien sostenía el llorado maestro de la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional Autónoma de México, el Sr. Ministro Don Salvador Mondragón Guerra: “Derecho es por esencia norma de imperio, inexorable e irresistible”.

Pero desgraciadamente, con base en los lineamientos de la política de ésta Cuarta Transformación de la Nación, todo se ha resquebrajado, no de manera sutil y pragmática, sino abierta, descaradamente abierta.

Ya no existe en el País, norma que no pueda ser violada impunemente por la autoridad, ni estado de derecho, ni dignidad de los Poderes de la Unión, ni de la Justicia. Estamos, ello es triste reconocerlo, y queremos advertirlo, en un punto sumamente crítico, en un tobogán, que nos puede conducir a la destrucción de nuestro suelo, ello puede acontecer en un instante, llegado éste todo nuestra maravillosa tradición jurídica, se puede convertir en nada.

En suma: Muchas tribunas mañaneras, pero de justicia nada, nada de nada.

Y sobre todo: Desprecio total no sólo a nuestra Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, sino a nuestras Leyes Secundarias, sino a nuestra dignidad como mexicanos.

México debe cambiar, debe cambiar el País, con auténticas formulas democráticas, pero nunca jamás con violación agresiva al Estado de Derecho, con violación a nuestra Norma Suprema.

Qué gana en verdad el Primer Magistrado de la Nación, con sus decretos, acuerdos, ocurrencias si ello lleva implícito violar las normas que integran un estado de derecho que se está rompiendo en mil pedazos, en aras de una justicia, una democracia, una política mal entendida.

El pueblo de México quiere limpieza en el ejercicio de la democracia, exige decencia en el acto de gobernar, repudio a la arbitrariedad por aquellos actos de indecencia en la ejecución de los actos de gobierno.

Hacia dónde vamos:

¿Quiénes son en verdad los verdaderos responsables de éstos hechos tan denigrantes y quien resulta ser el verdadero culpable de tan infamantes transgresiones al orden jurídico y al estado de derecho, que nunca -hasta antes del neoliberalismo y de esta Cuarta

Transformación de la Nación- habían tenido lugar?.

El Derecho, según sostienen todos los catedráticos universitarios de la República, no es una creación arbitraria del hombre, sino acatamientotoral a exigencias éticas  sociales.

A juicio del Foro Independiente de la República una lógica jurídica inmanente que la Cuarta Transformación de la Nación está obligada a respetar, ya que ella responde no solo al orden jurídico, ni al estado de derecho, sino al orden natural en la vida de nuestra Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.

Por último, sólo cabe preguntar

¿Las ocurrencias o incoherencias de las tribunas mañaneras, están por encima de la democracia, del estado de derecho y de nuestra Constitución Política?.

La respuesta es no, ya no se debe de seguir permitiendo tanta inmundicia y complicidad con el narcotráfico.

Es cuanto.