Por Alberto Woolrich

Coneme / Con suma elegancia y buen decir el maestro Miguel de la Madrid Hurtado expresaba en sus cátedras universitarias: “En razones de justicia Cicerón recomendaba a los jóvenes abogados que se mantuvieran erguidos ante la injusticia, que jamás bajaran la cabeza, ni el tono de voz y mucho menos que se humillaran ante el poder de la ignorancia”. Don Miguel agregaba: “al contrario seleccionen sus palabras, manténganse erguidos en la Corte, levanten la cabeza y miren directo a los ojos de los jueces, no utilicen jamás ademanes de cómicos que no son dignos de justicia”.

Hoy en el otoño de mi existencia, despojado absolutamente de aquellas vanidades estériles propias de la juventud, me resulta como abogado, casi imposible hilvanar algunas frases que pudieran considerarse propias para convencer a ciertos gobernantes de la República que su actuar es incorrecto visto ante los ojos de la ley. Todo parece indicar que es el momento adecuado para actuar y expresar, que las cosas en México no van por buen camino en la vereda de justicia. Aunque en ciertos ámbitos de la política defiendan concepciones diferentes; en el sector de la abogacía estamos bien convencidos que no se camina por el rumbo adecuado. La justicia es la defensora de la legalidad y mientras no se desligue la autoridad de la narcopolítica; México seguirá por un rumbo perdido.

Aquí si hay que gastar muchas palabras, dado que el Fiscal General de la República, el cual debería entender lo antepuesto, no sólo no lo quiere comprender, sino que reacciona, incluso molesto cuando se le pone de manifiesto la enormidad de su yerro, de ese contrasentido es nuestra realidad nacional. Distorsiona las posibilidades objetivas de proveer justicia para México, con su ministerio público dependiente de la narcopolítica a la cuál se obstina en no sancionar.

Ello resulta muy reprobable, no es consecuente con la regulación constitucional, su postura de omisión a la investigación lo hace estar más dispuesto a comportarse con la lógica del poder de la narcopolítica que con la lógica de justicia. Pues no. Sencillamente no. Ello es ir en contra de la naturaleza y de los beneficios para la justicia, para México. Dicho todo ello con apoyo en las enseñanzas del ayer y, desde luego, con el apoyo de las exigencias a favor de los estatutos de efectiva legalidad e imparcialidad. Al margen de retoricas y cinismos propios de la Fiscalía de Alejandro Gertz Manero, hoy defensor y protector de la narcopolitica.

Debe de quedar bien claro para todos que no es bueno para la justicia, porque no es bueno para México seguir protegiendo a la narcopolítica, nacida en el neoliberalismo y apapachada por ésta forma de gobernar. En las actuales circunstancias por las cuáles atraviesa nuestra República, con tantos conflictos reales y potenciales entre un Poder Ejecutivo y nuestra Justicia, con tantos y tan variados desajustes institucionales, con tan enormes desconfianzas del pueblo hacia sus autoridades, la posición del Fiscal General de la Nación no es ni saludable, ni moral. En realidad es escandalosa y criticable.