Por Alberto Woolrich
Coneme / Podrían escribirse varios tomos sobre lo que significan los conceptos de: impunidad, ilegalidad, complicidad, omisión, inseguridad, necedad, arrogancia, complacencia, narcopolítica, fatalidad, estado de derecho, igualdad, obligatoriedad, constitución, afectación, efectividad, congruencia, permisibilidad, juridicidad, moralidad, penalidad, ignorancia, etc., etc., etc..
No es éste el objetivo —o cuando menos no pretende serlo—, sino simplemente tomarle la palabra al Señor Presidente Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos, el Sr. Lic. Andrés Manuel López Obrador y decirle que la Academia de Derecho Penal del Colegio de Abogados de México, A.C., le presenta sobradas pruebas de responsabilidad penal en contra del responsable narcopolítico que con su actuar, creó vergonzosas alianzas con la delincuencia a fin de bajar aviones cargados con cocaína en territorio mexicano.
Debo afirmar a éste respecto, que dichas demostrativas de responsabilidad a ofertar no son, ni serán nunca fabricadas, a diferencia de lo que acostumbran y han acostumbrado diversas fiscalías y/o procuradurías a lo largo y ancho del territorio nacional, cuando practican sus investigaciones de orden criminal. Con ello adquirimos la enorme responsabilidad de efectuar acciones en materia de justicia, con sujeción a los tribunales.
¿A que viene eso?.
En reciente tribuna mañanera, el Primer Magistrado de la Nación, tuvo a bien o mal decir que en México “ya no había corrupción”. Vaya manera de ignorar lo que acontece en ésta gran Nación, vaya manera de desconocer que perviven conceptos como los expresados a retro y los cuales arrojan como consecuencia —injusticia—.
México atraviesa por la peor crisis de corrupción que ha existido en sus recintos de procuración e impartición de justicia y el Primer Magistrado de la República, ello no lo observa, no lo dice, no lo sabe o no le gusta que le expresen los yerros, pifias, errores y desmanes provocados por dicho fenómeno que no ha sabido, ni sabrá combatir, como tampoco resulta de su agrado que se le muestre una triste realidad, que se le contradiga, que se le exhiba y se le muestre y demuestre lo fallido de lo que expresa y en lo que fue prometido en cada uno de sus discursos y arengas.
Hace muy pocos meses, refirió que se mejorarían las condiciones de seguridad y justicia, mediante el cumplimiento de todos sus proyectos y programas sociales y que el despliegue de su guardia nacional arrojaría como consecuencia un México de limpieza y carencia de corrupción. Una vez más ha fallado. La violencia se ha incrementado. Para no variar, ha vuelto a mentir, no se ha rescatado ni la paz, ni la tranquilidad, ni la seguridad, ni la justicia en el País. Todo continúa siendo una quimera.
La ilegalidad, la inseguridad, la etc., etc., etc., arrasa a ésta Cuarta Transformación de la Nación y nuestro Primer Magistrado continúa buscando en el ayer la explicación de su fracaso. Es cierto que heredamos “un fruto podrido”, pero también es cierto que por su ignorancia y la de su propio fiscal no se ha combatido la lacra heredada. Miente cuando afirma desde palacio nacional que en México “hay paz”, hay tranquilidad y hay gobernabilidad. Su política sigue siendo nula e ineficiente contra el delincuente, contra el narcopolítico. Su política únicamente ha sido condescendiente y proactiva con aquel cartel de togados que denigró a la justicia, a la milicia, a México.
¡Ya basta!
Lic. Alberto Woolrich Ortíz.