Por Roxana Hebe
- Por el intervencionismo de Estados Unidos funciona afín a sus intereses, coincidieron expertos de la UNAM
- La región latinoamericana necesita un auténtico espacio de diálogo y representación para discutir asuntos como migración, cambio climático, libre mercado y democracia, señalaron
Coneme / La próxima Cumbre de las Américas 2022, a celebrarse del 6 al 10 de junio en Los Ángeles, California, será un evento semivacío y desangelado, cuyo modelo, creado en la década de 1990, no está vigente ni responde a los intereses de la región latinoamericana, sino a los de Estados Unidos, consideraron especialistas de la UNAM.
Este esquema de reunión de presidentes está atravesado por el intervencionismo y la hegemonía estadounidenses, un evento en el cual no se ha invitado a los representantes de Cuba, Venezuela y Nicaragua por ser contrarios a sus políticas, con lo que pierde representación, agregaron.
Durante la conferencia de prensa a distancia ¿Qué sigue para México en la Cumbre de las Américas 2022?, Nayar López Castellanos, coordinador del Centro de Estudios Latinoamericanos de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales (FCPyS), consideró: “ha sido tradicionalmente un espacio creado por Estados Unidos para generar un entorno favorable a sus intereses y su condición hegemónica que ha prevalecido durante la historia”.
La circunstancia que vive Latinoamérica y el Caribe ha tenido importantes modificaciones en los últimos 20 años: un proceso de integración intenso que generó más intervencionismo por parte del vecino país del norte, mientras que las naciones de la región reimpulsan gobiernos progresistas, más nacionalistas y que exigen posturas igualitarias.
Consideró que la Cumbre muestra la continuidad de la injerencia de EUA en esa zona, así como una debilidad notoria en torno a la pretensión de elaborar listas de quienes son buenos y quienes son malos.
El investigador y secretario académico del Centro de Investigaciones sobre América del Norte (CISAN), Juan Carlos Barrón Pastor, opinó que el gobierno de Joe Biden corre el riesgo de caer en la trampa de creer en sus propias estrategias infodémicas de propaganda, y a partir de allí reproducir ciertos discursos estratégicos para los fines del Partido Demócrata, pero que no logran permear en todo el electorado estadounidense ni en la población de América Latina.
Agregó que la idea de crear una cumbre para promover un futuro sostenible, resiliente y equitativo crea un conjunto de ambigüedades, porque no queda claro a qué se refiere. “Muchos analistas hablan de temas como la pandemia, el cambio climático, las causas estructurales de la migración y fortalecer las democracias. Lo cierto es que Biden está estancado en el Senado y los recursos con los que pretende balancear las inversiones de China en la región, están en veremos”.
Mariana Aparicio Ramírez, profesora de la FCPyS, dijo que de acuerdo con un documento del Congreso de Estados Unidos, el gobierno de Joe Biden presentó cinco proyectos que tienen que ver con los compromisos políticos, relacionados con el fortalecimiento de los sistemas de salud, abordar el cambio climático, lograr la transición a energía limpia, establecer un programa regional para la transformación digital y reforzar la gobernanza democrática.
“Muchos de estos temas forman parte de la agenda interna del propio Biden y de su política exterior, pero no queda muy claro cuál será el financiamiento para llegar a estos fines”.
Aparicio Ramírez destacó que entre los planes está llegar a un consenso regional para abordar los efectos de la pandemia por la COVID-19 y fortalecer los sistemas de salud. “Esto puede ser cuestionado, pues Estados Unidos fue una de las potencias que retardaron la cooperación para la transferencia de vacunas”.
Recordó que más de la mitad de los presidentes de la región no han confirmado su asistencia y estimó que en el caso de México podría acudir el canciller Marcelo Ebrard, en representación del presidente.
Al hacer uso de la palabra, el investigador del Centro de Investigaciones sobre América Latina y el Caribe (CIALC), José Ramón Briceño Ruiz, analizó la vigencia del modelo de la Cumbre de las Américas desde su fundación en 1994 y dijo:
“La idea de crear un proceso hemisférico de integración es de 1991, cuando George Bush padre plantea la famosa Iniciativa para las Américas. Cuatro años después Bill Clinton retoma esa iniciativa y organiza la primera Cumbre en Miami. En su etapa inicial, quizá la más exitosa y donde tuvo más visibilidad y reconocimiento de las élites neoliberales que gobernaban América Latina en esa década, fue cuando se asoció con el proceso de creación del Área de Libre Comercio de las Américas”.
Lo que está pasando ahora es que estamos ante un espacio regional que se creó en un momento distinto, con un contexto diferente. Hoy resulta ilógico que se hable de migración en la región y no se invite a Cuba y a Venezuela a discutirlo, finalizó.