Por Alberto Woolrich
Coneme / Son múltiples los abogados de todo México que han deseado que sus hijos sigan sus huellas. Que cuando busquen o procuren justicia, porten esas togas con probidad. Y al expresar esa palabra se dice todo. La meta del abogado al formular sus requerimientos, sus argumentos, sus pedimentos, es buscar justicia, no existe algo más que ese ideal.
La justicia es el principal pilar de la soberanía del estado mexicano, en su ámbito se ejerce el control y la constitucionalidad de las leyes y de los actos de autoridad.
En ésta Cuarta Transformación de la República y en décadas pasadas, el tema de la soberanía ha sido persistentemente controlado por un poder ajeno al ámbito de procuración e impartición de justicia; el poder del narcotráfico, cuyos avances se infiltraron y derribaron la dignidad de nuestras instituciones, causando una inmoralidad y una serie de injusticias sin precedentes. Éste fenómeno, denominado “narco-política” y/o “narco-justicia”, ha puesto en entredicho las doctrinas sobre la soberanía del estado mexicano.
Nuestra soberanía nacional, se encuentra concebida como una categoría ética de la cual depende directamente la realización de los fines del Estado. Eso fue lo que se nos enseñó en las aulas universitarias.
En el México de hoy, el concepto de soberanía del estado es radicalmente defendido por cínicos e ignorantes, a cuyo juicio la cualidad esencial para que prevalezca la soberanía lo es omitir que se indague el fenómeno de la narco-justicia, de la narco-política. El pensamiento de esos indoctos e insolentes postula que el narcotráfico debe estimarse o considerarse unido al orden estatal, toda vez que con sus gananciales se crean programas de apoyo y ayuda a la indigencia social.
Muchos de nuestros políticos son muy ajenos a la concepción del Estado Soberano. Su pensamiento, firmemente conducido a actos de impudicia y corrupción, tienen siempre ante sí el obtener gananciales y votos para obtener y/o conservar el poder. Por el contrario, múltiples togas de mexicanos decentes, reconocen y afirman que la soberanía es contradecir la política del ayer, avalada por la de hoy, que erróneamente piensan que otorgar dádivas al pueblo, concede una apariencia de estado decente.
México, debe de demostrar que no se encuentra sometido al poder de la narco-política, de la narco-justicia. Debe negarse a reconocer la existencia de un poder superior a nuestros poderes patrios.
Los acontecimientos históricos vuelven necesaria la erradicación de ese nefando poder mediante la justicia.
Es inherente a la soberanía la facultad de ordenarle a la fiscalía el derogar su omisión para indagar ese fenómeno. El poder de la narco-política no es superior a nuestras leyes positivas.
El ideal de justicia es que siga siendo el principal sostén de la Soberanía del Estado.
Ello tienen que entenderlo los políticos de hoy. Sólo así las ayudas sociales para el pueblo serán transparentes y decentes.
Es cuánto.