Por Alberto Woolrich
Coneme / De las relaciones que todos los mexicanos tenemos cotidianamente, seamos de la ideología que queramos, deben de nacer lazos fraternales que nos unan a fin de lograr un México de grandeza, ese sentimiento de reciproca fraternidad nos comprometería tener por origen el cumplimiento del deber y el hábito de tolerancia; la referida estimación no debería debilitarse por la energía con la cuál, adversarios en ideología, defendamos nuestras posturas; lo ideal sería que esas confrontas no nos dejaran ni heridas ni divisiones.
Cualquiera que sea la legítima emoción y posición de los mexicanos, debería encaminarse a defender nuestras posiciones y pensamientos sin ofender a nuestro prójimo. Por desgracia no acontece ello así en ésta Cuarta Transformación de la Nación en razón a que ciertos políticos defensores de ella no evitan ciertos excesos en el lenguaje, dando lugar a ciertas malicias o a exhibir rencores del ayer; aquellos que amamos, buscamos y bregamos por la justicia deberíamos de permanecer siempre muy arriba de los debates infructuosos, sin hacer de esas confrontas ajenas nuestras propias peleas.
La historia jurídica universal nos relata que Demóstenes siempre se dejó llevar por los arrebatos más hirientes; Cicerón increpaba a todos, era su forma de ser y demostrar su canina eloquentia, pero siempre lo hacía con muy finos conceptos, procurando no herir susceptibilidades innecesariamente.
Las manos negras y cobardes de algunos funcionarios seguidores de la Cuarta Transformación de la República, presumiblemente han armado con martillos y marros ha algunas mujeres desconocidas pertenecientes al movimiento -feminista neonazi-, las cuáles se han encargado de organizar diversas marchas de protesta a fin de desestabilizar la paz, seguridad y tranquilidad de ésta Ciudad Capital. Marchas en las cuáles se protesta de todo y por todo y en las cuáles se formulan denuestos a la calidad moral de la policía, periodismo, ciudadanía, instituciones, etc., etc., provocando con ello severos daños patrimoniales, tanto a particulares como a oficinas gubernamentales, monumentos nacionales, trabajadores y comercios, basados en premisas que por sí mismas rompen los principios torales de nuestra Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos y las leyes que de ella emanan, las encapuchadas dolidas por su presente, su pasado y su futuro sostienen ejercer un sagrado derecho de manifestación, reunión y expresión a fin de que la autoridad responda a sus caprichos, ocurrencias y exigencias.
Sin ningún afán de polemizar con las “damas de las mascaras y los tatuajes”, debo expresar por esta única vez a las encapuchadas del anonimato que su postura no es sólo antijurídica sino delictiva, y que dicha postura debe de ser repelida y combatida por aquellos que sufrimos y padecemos de esas arteras agresiones de que nuestra capital, policía, ciudadanía y medios de comunicación somos objeto.
Resulta abiertamente absurda y antijurídica, como ya lo sostiene el noventa y nueve por ciento de aquellos que poblamos ésta Capital de la Nación, que nuestra policía no reprima esas marchas argumentando y mal entendiendo un supuesto respeto a sus derechos humanos. Resulta inadmisible que esas “damas” y “manos de la obscuridad” tengan la fuerza política y de mando de tropa suficiente para inmovilizar y paralizar a nuestras instituciones de gobierno, justicia y seguridad a fin de no tocarlas ni con el pétalo de una rosa. Todo ello consta en las múltiples imágenes difundidas por todos los medios de comunicación nacionales e internacionales en relación a los acontecimientos de referencia.
De lo que aquí se afirma se comprueba con facilidad y sobre todo sin dificultad.
Por estas circunstancias basadas en principios lógicos de legalidad, razón suficiente y exigencia ciudadana, debo afirmar: Que la Fiscalía General de Justicia de la Ciudad de México y las propias autoridades de gobierno y seguridad se encuentra obligadas a desenmascarar a ese seguidor de la Cuarta Transformación que propicia, financia, organiza y ordena dichos desmanes.
Un tip para ello, ese segundón de la Cuarta Transformación es un Siervo de la Nación, que cuenta con la llave para abrir ciertos apandos.
La Academia de Derecho Penal del Colegio de Abogados de México, A.C., sólo puede adelantar que dicho segundón es un corrupto y que algunas academias, que sí saben investigar, ya están preparando las pruebas para exhibirlo, toda vez que al parecer es el mismo que organiza, administra y propicia la prostitución entre ciertas mujeres encarceladas con presos acusados de narcotráfico.
Tiempo para ello.
Lic. Alberto Woolrich Ortíz.
Presidente de la Academia de Derecho
Penal del Colegio de Abogados de México, A.C..