Por Héctor Trejo S.
Coneme / “Sin señas particulares”, ópera prima de la cineasta guanajuatense, Fernanda Valadez, egresada del Centro de Capacitación Cinematográfica, cuyo guion fue elaborado por ella misma en mancuerna con Astrid Rondero, narra un fragmento de la vida de una madre desesperada que busca a su hijo, extraviado cuando estaba en la búsqueda del “Sueño Americano”. Magdalena, la madre de Jesús, el migrante desaparecido, viaja a la Frontera Norte para intentar localizar a su vástago, sin conseguirlo, viviendo la historia de miles de familias que han sido afectadas por la creciente violencia que se vive en nuestro país y que se agudiza en la zona colindante con nuestros vecinos angloparlantes.
El relato devela una verdad estridente, que va del alto índice de secuestros a la trata de personas y que se agudiza en la descripción del número tipo de asesinatos que este fenómeno propicia. El argumento explora la complejidad emocional que vive Magdalena y la madre del amigo de su hijo, con quien partió en busca de trabajar y ganar dólares, al asistir a las autoridades para solicitar su ayuda para poder localizar a los hijos. En el recinto reciben como retribución fotografías de objetos y algunos cadáveres que los policías han encontrado, donde aparece el cuerpo del amigo de Jesús y tan solo la maleta con la que éste partió a su viaje. Al sepultar al amigo de su hijo, Magdalena recibe apoyo e inspiración de la madre que ha perdido a su retoño para que siga adelante y no se detenga hasta encontrarlo, compartiendo con ella, el dinero que le quedaba para que Magdalena siga adelante.
La madre desesperada por localizar a Jesús, aunque consciente de que existen muy pocas probabilidades de que siga vivo, continúa su camino hacia el norte, encontrando a su paso indiferencia de las autoridades y hasta incomodidad para apoyarla, pero también recopilando testimonios depresivos y contundentes de lo extremadamente dura que puede ser la travesía rumbo a los Estados Unidos. El personaje antagónico es Miguel, un joven que vuelve a su pueblo luego de alcanzar ese “sueño americano” esperando vivir tranquilamente, aunque como en “El infierno” (Luis Estrada, 2010), encuentra un lugar muy distinto al que dejó, en donde el narco se encuentra completamente posicionado, dueño de todo. El filme, es fuerte, intenso y evidentemente deja en el espectador una visión desoladora del tema de la migración y sus consecuencias, aunque habrá que comentar que no se trata de una cinta militante ni mucho menos. Un largometraje valioso y recomendable por completo, tiene en su historial premios tan destacados como el de Mejor film latinoamericano en el Festival de San Sebastián o el del Mejor película, Premio del público y Mejor actriz en el de Morelia.