Mario Iván B. Ruíz
*En el Foro Nacional Finanzas + Incluyentes se planteó la necesidad de que más personas tengan acceso
Coneme / El sistema bancario mexicano es peculiar, pues se caracteriza por bajos niveles de otorgamiento de crédito y de inclusión financiera y, al mismo tiempo, por enormes rendimientos, señalaron expertos durante el Foro Nacional Finanzas + Incluyentes.
En el Instituto de Investigaciones Jurídicas (IIJ) de la UNAM, el exsubgobernador del Banco de México y profesor de la Facultad de Economía, Gerardo Esquivel, afirmó que el sistema financiero y bancario debería ser un instrumento clave para el progreso del país; sin embargo, en este momento no lo es.
Hay quienes piensan que una solución pasa por aumentar el número de competidores; no obstante, el hecho de que haya más participantes no necesariamente implica mayor competencia o inclusión, ni tampoco menos concentración, aclaró.
Un sistema bancario sano va más allá de que la gente tenga una cuenta en donde le depositan su quincena, la cual retira al día siguiente; “eso no contribuye al desarrollo financiero”. Más bien implica que las personas posean un instrumento en el que pueden ahorrar y eventualmente les permitirá tener acceso a un préstamo, a fin de invertir en un negocio, auto, etcétera; es decir, donde se promueve el crecimiento de la economía.
Además de educación financiera en la población, necesitamos más actores, mayor y mejor regulación, todo ello combinado con una visión clara “del sector que queremos en el futuro”. Se requiere coordinación entre la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, el Banco de México, la Comisión Nacional Bancaria y de Valores, que empuje a una dirección deseable al sector bancario mexicano, consideró Esquivel.
En tanto, el coordinador del Programa Universitario de Estudios del Desarrollo, Enrique Provencio Durazo, coincidió en que la banca y los servicios financieros no deben ser vistos como un objetivo en sí, sino como un mecanismo para propiciar el progreso productivo y el acceso al consumo.
Alertó que la persistente desigualdad social, de género, por regiones y en otras dimensiones, está asociada a la exclusión de esos servicios y su operación inercial mantiene mecanismos que dificultan la reducción de las dichas disparidades. “En ese sentido, los aspectos de acceso, inclusión y equidad al sistema financiero deben ser vistos como positivos para el desarrollo”.
Aunque se dice que la situación de la banca en México es buena, ya que tiene sus indicadores (capitalización, liquidez, bajos índices de morosidad, etcétera) a salvo, un rasgo estructural que la ha caracterizado sigue vigente: el bajo coeficiente de penetración financiera y reducido otorgamiento de créditos al sector productivo, destacó.
De acuerdo con Provencio Durazo, aproximadamente 41 por ciento de las empresas tiene crédito con la banca, indicador que es más alto entre las de mayor tamaño y bajo en las micro.
En tanto, los mayúsculos índices de pobreza están asociados a menor inclusión financiera, lo mismo sucede con las regiones y entidades más rezagadas. “Las políticas al respecto deben ser dirigidas con una intencionalidad de reducción de desigualdades”, recalcó.
Mayor competencia
El presidente de la Comisión Nacional Bancaria y de Valores, Jesús de la Fuente Rodríguez, resaltó la importancia que ha tenido la evolución del sector financiero, así como el papel de la digitalización, supervisión y regulación.
A partir de 2018, rememoró, se expidió la Ley para Regular las Instituciones de Tecnología Financiera. Se dejó atrás que las operaciones fueran exclusivamente presenciales, y se establecieron dos tipos de instituciones de tecnología financiera: 53 de fondos de pago electrónico, y 25 de financiamiento colectivo, para un total de 78.
Con la pandemia, la gente dejó de asistir a los bancos y los de tecnología, que utilizaban herramientas digitales, dieron la oportunidad para que con un teléfono inteligente y desde cualquier lugar, se efectuaran operaciones; “nos evitaban hacer filas y perder tiempo, y realizar desde casa, pagos, transferencias, etcétera”.
En la actualidad, los jóvenes no quieren instancias que son “elefantes” que no actúan con prontitud, sino las que brindan facilidades, rapidez y sencillez. Por ello, las instituciones de tecnología financiera han captado a ese sector.
Tecnología en plenitud
Sergio López Ayllón, académico del IIJ, mencionó que en México los bancos más grandes concentran gran parte del mercado. De acuerdo con la calificadora HR Ratings, al cierre de 2021 siete tenían poco más de 80 por ciento de la cartera total.
En el panorama estratégico, la Secretaría de Hacienda concluyó que deben continuar los esfuerzos para impulsar mayor competencia y diversificación de la actividad bancaria en México, así como para la inclusión de los grupos más vulnerables.
Es la presencia de nuevos actores disruptores la que genera otras condiciones de competencia en el sector, y “creemos que México tiene una oportunidad enorme: el mercado parece estarse dinamizando” con la autorización de cuatro licencias para operar bancos 100 por ciento digitales y hay otras en curso, adelantó el moderador de la sesión.
La directora general de México Evalúa, Mariana Campos, dijo que el crecimiento y la inclusión con créditos, ahorro, etcétera, están asociados con el crecimiento económico; de hecho, el desarrollo en la materia puede aumentar hasta 14 por ciento el producto interno bruto, “y eso tiene impacto en la recaudación”.
El crédito suaviza la situación financiera de agentes, personas o empresas, y permite que se mantengan operando, y el ahorro facilita acumular riqueza, que se traduce en inversión; por ello, hay mayor crecimiento económico cuando hay progreso financiero.
Para ello se requiere una educación financiera en la población: en comunidades lejanas, una de cada 10 personas sabe cómo acceder a su saldo a través de un teléfono. “Desde la parte de la demanda tenemos mucha debilidad”; a partir de la parte regulatoria y de oferta de servicios, será difícil impulsar al sistema, opinó.
El jefe del Sector Económico de la Embajada de Brasil en México, Leonardo Wester dos Santos Ribeiro, expuso que en el caso de su país, se ha experimentado una verdadera transformación en los últimos años gracias a la implementación del sistema de pagos instantáneos, denominado Pix, y de Open Finance.
El primero asocia las transacciones a un número celular o un correo electrónico, y ha reducido el uso de efectivo; incluso, hay economistas quienes dicen que el dinero físico está por desaparecer. También ha disminuido la utilización de tarjetas de débito, lo cual ha mejorado la eficiencia de los pagos y democratizado el acceso a los servicios financieros, promoviendo mayor inclusión en la economía digital brasileña.
En tanto, Open Finance está cambiando la relación entre los clientes y las instituciones financieras; los primeros tienen la opción de autorizar el intercambio de sus datos entre las segundas, permitiendo así una amplia gama de servicios personalizados y competitivos, finalizó.