Por Leslie González

*Los elementos fueron copiados de las figuras recortadas en papel amate que los artesanos hacen de los dioses de cada uno de sus cultivos *En el marco de las acciones de ORIGINAL, se invita a la empresa a desarrollar un trabajo respetuoso con las comunidades indígenas dentro de un marco ético que no socave la identidad y la economía de los pueblos

Coneme / La Secretaría de Cultura del Gobierno de México, encargada de la preservación, difusión y promoción del patrimonio tangible e intangible del pueblo del país, envió una carta a la empresa Clarencehouse para pronunciarse en contra de la apropiación cultural indebida de elementos distintivos y característicos de la cultura e identidad de los pueblos indígenas otomíes de las comunidades de San Pablito y Pahuatlán en el estado de Puebla, que se muestra en la línea de productos de vinil estampado en la colección Michelle Nussbaumer.

Estos elementos, se explica en el texto, “forman parte importante de la cosmovisión de la cultura otomí, misma que proviene desde la época prehispánica, en tanto que simbolizan deidades de la agricultura y una estrecha relación del hombre con la naturaleza. Los artesanos elaboran con la corteza de un árbol endémico de la región llamado jonote, el llamado papel amate, con el cual elaboran figuras recortadas de los dioses de cada uno de los cultivos que siembran como parte de su sustento: maíz, chile, tomate, cebolla, cacahuate, café, plátano, guayaba, calabaza, etc. los cuales antes de iniciar la siembra realizan rituales solicitando buenas cosechas”.

La misiva que firma la secretaria de Cultura federal, Alejandra Frausto Guerrero, manifiesta que “este diseño que ustedes están distribuyendo como papel vinil estampado con ‘diseño étnico’, no solo afecta económicamente a cientos de familias que se dedican a esta actividad, al no tener competitividad con marcas industriales. Además de los daños económicos hay daños morales y ceremoniales, ya que atenta contra las creencias, símbolos e identidad de un pueblo indígena”.

Además de manifestar inconformidad por la apropiación indebida, en la carta se solicita se “explique públicamente con qué fundamentos privatiza una expresión cultural tradicional de propiedad colectiva, haciendo uso de elementos culturales cuyo origen está plenamente documentado”.

De igual forma, expone que se trata de un principio de consideración ética que, local y globalmente, obliga a hacer un llamado de atención y poner en la mesa de la discusión pública un tema impostergable: proteger los derechos de los pueblos originarios que históricamente han sido invisibilizados.

Además, hace una invitación “a desarrollar un trabajo respetuoso con las comunidades indígenas dentro de un marco ético que no socave la identidad y la economía de los pueblos y apegado siempre a un comercio justo que coloque en un plano de igualdad a los creadores indígenas, empresarios y diseñadores”.

Esta carta se envía en el marco de la estrategia ORIGINAL, una de las acciones que la Secretaría de Cultura federal ha emprendido por la defensa del patrimonio cultural de las comunidades originarias para evitar el plagio de sus elementos de identidad por parte de empresas nacionales y trasnacionales y, a la par, tejer puentes entre marcas y empresas y las y los artistas originarios a fin de encontrar, si así lo deciden las comunidades, mecanismos de colaboración, en un ambiente ético y justo.