De la redacción
*Juan Villoro, miembro de El Colegio Nacional, coordinó la conferencia dedicada al autor italiano a diez años de su partida.*En formato mixto participaron las autoras mexicanas Guadalupe Nettel y Jazmina Barrera, así como María José de Lancastre y Andrea Bajani. *»Estamos ante un autor inabarcable”, señaló Juan Villoro, durante la mesa Antonio Tabucchi diez años después. *“Un hombre en la cocina, con una camisa sucia de manchas, así pues, la única manera para contar el estilo de Tabucchi que yo conozca”, evocó Andrea Bajani.
Coneme / Escritor nocturno, que acostumbraba a crear en la cocina hasta “mancharse la camisa”, Antonio Tabucchi (1943-2012) “es uno de los grandes escritores del siglo XX, un escritor múltiple que trabajó en el género de la prosa, pero también en formatos muy diversos”, definió el escritor Juan Villoro, miembro de El Colegio Nacional, durante el homenaje al escritor italiano a diez años de su partida.
En el Aula Mayor, y a través de las redes sociales de la institución, Villoro coordinó la conferencia Antonio Tabucchi diez años después, realizada en formato mixto con la participación presencial de las escritoras mexicanas Guadalupe Nettel y Jazmina Barrera, así como virtual de la portuguesa María José de Lancastre, viuda de Tabucchi, y el autor italiano Andrea Bajani, pupilo del autor nacido en Vecchiano.
“Fue un escritor italiano, pero que se interesó muchísimo por otras culturas, muy señaladamente la cultura portuguesa, gran conocedor de la obra de Fernando Pessoa. También se interesó mucho en abordar temas, y ubicó algunos de sus relatos en otros espacios mediterráneos; textos de Tabucchi transcurren en España, algunos en Francia y por supuesto en Italia, en Portugal”, recordó Juan Villoro.
El colegiado agregó que Tabucchi, a quien conoció personalmente, “era un escritor que se movía con enorme soltura entre idiomas: el francés el portugués, el italiano, el inglés y, además, tuvo un horizonte lejano, un interés por la India, es otro de los países que aparecen en su trayectoria”.
“Estamos ante un autor inabarcable”, dijo Villoro durante la sesión: “Fue un escritor que se interesó en lo pequeño y en lo grande; se interesó en la forma en la que los automóviles pueden obsesionar a las personas, pero también en la forma en que los gobiernos deciden el destino de la gente; se interesó en los ángeles y en los periodistas; en las figuras públicas y en los niños, tuvo un registro sumamente amplio para aproximarse a las distintas zonas de la realidad”.
Después de agradecer al Instituto Italiano de Cultura por el apoyo en la realización de la mesa, Villoro rememoró el relato de Tabucchi Esperando el invierno, sobre el tema de la posteridad. Dijo que el italiano supo manejar con maestría la ironía y que en ese relato puso “en cuestionamiento los fastos, las celebraciones y nos ayuda a reconciliarnos con la vida contradictoria que lleva cualquier persona”. Por ello, estimó justo comenzar “desacralizando los homenajes oficiales y tratando de entender que su literatura sigue estando hecha de materia viva, necesariamente provocadora”.
A través de un mensaje grabado, la compañera de Antonio Tabucchi, María José de Lancastre, recordó las dos visitas que el autor italiano realizó a México y en las cuales le acompañó. “He compartido con él los sentimientos de estupor y asombro por las cosas extraordinarias que hemos podido ver y aprendido de esa tierra”.
La primera visita sucedió en 1999. El 12 de marzo de ese año participó en una conferencia en El Colegio Nacional, presentada por Sergio Pitol. “Por la mañana había ilustrado el objetivo del Parlamento Internacional de los Escritores y como su representante había sido nombrado Ciudadano honorario de la Ciudad de México por el jefe de gobierno del Distrito Federal, Cuauhtémoc Cárdenas”.
Años más tarde, en noviembre de 2003, regresó a Tampico, Tamaulipas, para participar en un festival literario. “Después estuvimos en Xalapa, hospedados en la magnífica casa de Sergio Pitol, amigo querido, con él también pasamos algunos días en Ciudad de México, (luego) hemos hecho una excursión a Oaxaca y después hemos ido a Yucatán”.
Antonio, dijo De Lancastre, “publicó algunos recuerdos de esos dos viajes en El País Semanal y después en su libro Viajes y otros viajes, creo que le hubiera gustado hacer un tercer viaje a México, pero los dioses no lo quisieron, nos quedan sus libros y su voz”.
De pie, en la cocina
Andrea Bajani, escritor y alumno de Tabucchi, describió los motivos creativos del autor de Sostiene Pereira. “Yo, de Antonio Tabucchi sabía, y siempre supe, que escribía por la noche. Y no sólo escribía por la noche, sino que llamaba por teléfono en la noche. Las llamadas nocturnas de Antonio Tabucchi son legendarias, al punto de que las personas las inventan sin haberlas recibido nunca”.
El dato, sin embargo, no era suficiente para un escritor interesado por descubrir ¿dónde escriben los escritores? “Si escriben en la cocina, si escriben en la sala, hay los que escriben en la cama, me pregunto por si hay algunos que escriben en el baño, no lo sé, pero bueno, visto que la escritura es perversión, no vería raro en ello, si hay alguno que escribe sentado en los escalones, si hay alguno que escribe, no lo sé, no lo sé, tendido en el suelo, jugando con los niños”.
Bajani recordó entonces un viaje a la casa de Tabucchi en Vecchiano, donde después de una mala noche decidió bajar de la recamara que se le había asignado para pasar la noche “y lo que descubrí fue que Tabucchi escribe en la cocina. Obviamente lo encontré mientras escribía, escribía de pie, por lo de la espalda, para que no lo molestara. Y estaba allí, y escribía, tendencialmente escribía a mano, y pasaba en limpio solamente después y de golpe”.
Para Bajani, esa forma de escribir de Tabucchi era “perfectamente coherente”, sobre todo para un escritor que había declarado que escribía para los amigos. “Escribir para los amigos quiere decir esa dimensión de la cocina que en Italia es particularmente fuerte. En ese ser amigos en la mesa, estriba el estilo de Antonio Tabucchi”. Pero aún más, el mismo autor reconocía que su estilo era parecido al de mancharse la camisa, como cuando se come: “Un hombre en la cocina, con una camisa sucia de manchas, así pues, la única manera para contar el estilo de Tabucchi que yo conozca”.
La escritora mexicana Guadalupe Nettel recordó la ocasión en que conoció a Tabucchi en una comida a la que le invitó Juan Villoro. “Gracias a eso tengo un libro autografiado por él que ahora atesoro y realmente me pareció un ser muy auténtico, muy espontáneo, era alguien que, y sus editores también lo cuentan, tenía que presentar un libro, cosa que él detestaba, y quedaba de encontrarse con el editor en el aeropuerto a tal hora y no llegaba, cambiaba así intempestivamente de opinión y lo que él siempre defendía era su derecho a cambiar de opinión, hasta en el último momento”.
“Él creía en la inspiración, en esta idea de la musa y decía que por eso las musas se distinguían en cada arte, porque es distinta la musa de la poesía, que la musa de la prosa y la musa de la música y la de otras artes; él decía que nunca era visitado por la musa de la poesía, que era visitado solamente por la musa de la prosa”, señaló.
Nettel se enfocó en la novela de Tabucchi Sostiene Pereira. “Para mí es probablemente su obra maestra, Sostiene Pereira es de las pocas novelas, realmente novelas de Antonio Tabucchi, tiene pocas, las demás son mezcolanzas, es alguien que trabajó mucho los géneros y que los mezcló, escribió mucho relato, sobre todo relato largo, lo que aquí llamamos novel, que son estos relatos de más de 30 páginas, que pueden ser incluso de 50 páginas, como Noche vieja”.
Al hablar de Sostiene Pereira, recordó Nettel, Tabucchi “decía, es como una novela de iniciación o de formación, al revés, en vez de que sea un joven el que está madurando y de que sea un adulto el que lo ayude a madurar, es la maduración de un viejo periodista ayudado e inspirado por la irrupción de juventud en su vida, por la irrupción de la determinación y de las grandes ideas y del valor, de la valentía de estos jóvenes, que al principio él rechaza completamente, pero que acaban por transformarlo”.
La también autora mexicana Jazmina Barrera rememoró que leyó ese mismo libro cuando tenía 15 años, “lo leí con una amiga, compartimos libros, hacíamos un diminuto club de lectura de dos personas, compartimos libros que luego comentábamos, y el ejemplar de Sostiene Pereira yo lo tomé del librero de mis abuelos, cuando yo era adolescente vivía con mis abuelos, se divorciaron mis padres y mi madre me llevó a vivir con ellos”.
“Para mí, este es un libro a través del cual yo platico con mi abuelo, se ha hablado de cómo Sostiene Pereira es una novela de un diálogo intergeneracional, de cómo una generación que puede tener una visión muy distinta de otra se acerca y llega a una comunión y a una movilización a través de esa comunicación; a mí me recuerda este libro a mi abuelo, para empezar porque está forrado, mi abuelo forraba y encuadernaba los libros que más quería”, enfatizó la escritora.
La mesa redonda Antonio Tabucchi diez años después se encuentra disponible en el Canal de YouTube de la institución: elcolegionacionalmx.
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