Política Al Margen
Por Jaime Arizmendi
*Plantas y Agencias Automotrices, Sin Autos ni Refacciones
*Grave el Caso General Motors en México
*¿Tendrá el Cuau, Nexos con Malandros?
Coneme / Industria que pierde las ruedas… Las plantas ensambladoras de la industria automotriz asentadas en México sufren constantes paros “técnicos” por falta de piezas, por ende, las agencias de autos tienen semivacías sus bodegas y, peor aún, padecen alarmante escasez de refacciones, por lo que la entrega de automotores reparados puede tardar hasta un año.
Previo a la pandemia por Covid-19, el abasto de refacciones en las agencias de autos en México duraba 15 días en promedio, para octubre de 2022, el desabasto llega a superar el año. Ante ello, los automovilistas tienen paradas sus unidades durante varios meses, dependiendo de la marca que lo mismo afecta a los de origen europeo, que a los norteamericanos o asiáticos.
A partir de la detección en diciembre-2019 del virus SARS-CoV-2 y su nefasto contagio globalizado, entre cuyos efectos, además de los millones de muertes en el orbe, está la suspensión de actividades en las actividades gubernamentales y productivas, más el consecuente grave daño a las economías de la mayoría de los países del mundo.
Ahora, a más de 32 meses de que la Organización Mundial de la Salud admitiera el inicio de la “Covid-19” como pandemia, todavía hoy muchos sectores de servicios, el comercio y la industria de los países desarrollados, sobre todo de Asia, Europa y América no logran reponerse y superar la crisis derivada de los paros laborales dictados para intentar detener los contagios.
Al respecto se sabe también que al desabasto de refacciones se suma el de chips para automóviles cuya producción ha caído a nivel mundial desde el año 2020 no sólo por la pandemia, sino igualmente por la ocurrencia de desastres naturales, como por la guerra Rusia-Ucrania.
Se considera que un automóvil requiere un promedio de 3,000 microchips para controlar la seguridad, la navegación y el entretenimiento de un automóvil; pero la fabricación de estos estos implementos se ha visto disminuida y acaparada por fabricantes de computadoras, smartphones, videojuegos, tabletas y aparatos electrodomésticos, todos con gran demanda por el home office.
La disminución de microchips y el acaparamiento de éstos por otros mercados hace que la industria automotriz sufra uno o dos años más su carencia; y representa una inquietante afectación en los tiempos de surtido de piezas y reparación de unidades.
Tal es el caso del conductor de un vehículo Captiva modelo 2022, de la marca Chevrolet, quien hace más de dos meses sufrió un accidente en Hermosillo, Sonora, donde otro automotor lo impactó. Una vez determinadas las responsabilidades, la compañía aseguradora ordenó la respectiva reparación en una agencia de General Motors.
Desde entonces, el propietario de la Captiva ha vivido un verdadero viacrucis. De la agencia lo remitieron a un taller que le da servicio a la distribuidora. Ahí, el “gerente” del negocio le dijo que por ser un automotor nuevo “no hay piezas de carrocería como la puerta” y otros accesorios que deben ser remplazados.
Lo más preocupante fue cuando se le informó que tales refacciones pueden tardar en llegar de seis a 12 meses, ya que “no están disponibles”, porque la pandemia ha impedido que los fabricantes de acero, aluminio y otros metales; al igual que de plásticos y de los chips que se utilizan en la producción de la industria automotriz no han logrado su restablecimiento.
Esta situación causará graves daños económicos a propietarios que son víctimas de accidentes, ya que sus respectivos vehículos dejarán de circular y de atender sus rutas de trabajo y/o no podán transportar al personal de sus empresas.
En este sentido, para los dueños de los autotransportes hay una irresponsabilidad muy grande por parte de las agencias automotrices, al continuar la venta de sus vehículos sin que se informe debidamente a los clientes sobre la falta de piezas de repuesto.
Bajo ese negro panorama, urge hacer un exhorto enérgico a la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco), para que se implementen operativos de supervisión en el sector automotriz, en las plantas armadoras y en las agencias, de manera que se impida engañen a los clientes.
Asimismo, habría que pedir al presidente Andrés Manuel López Obrador en una de las “mañaneras” de los lunes, cuando participa el titular de la Profeco, se ordene la incorporación de un “Quién es quién” en la Industria automotriz; y que se investigue y sancionen tales engaños. Tan culpable es quien mata a la vaca, como quien le agarra la pata…
Y el Cuauh se sentía presidenciable… En enero de este año, Alberto Capella Ibarra, exsecretario de Seguridad de Morelos en el gobierno de Graco Ramírez, denunció ante la Fiscalía General de la República (FGR) al gobernador Cuauhtémoc Blanco Bravo y a otros funcionarios por delincuencia organizada y delitos contra la salud, por sus presuntos nexos con grupos delictivos.
Con índice flamígero, el exfuncionario adelantó en conferencia de prensa ofrecida la tercera semana de 2022 que solicitaría ante autoridades de Estados Unidos se investigue si el famoso exfutbolista “no ha incurrido en enriquecimiento ilícito y ha adquirido propiedades en ese país con recursos ilícitos”.
El espinoso asunto parece volver a la palestra ahora cuando, según datos revelados mediante un extraño y singular “hackeo” a instancias federales, el estado de Morelos “se encuentra controlado” por el gobernador, el exgobernador perredista, senadores, diputados, presidentes municipales y jueces, quienes están coludidos con grupos criminales que operan en la región.
En el “Panorama Delictivo de Morelos”, supuestamente realizado por “inteligencia” de la Semar, un grupo criminal cuenta con “la protección de autoridades del exgobernador de Morelos Graco Ramírez”, y que el primer círculo de Cuauhtémoc Blanco, del Partido Encuentro Social (PES), tiene vínculos con otras bandas delictivas. De ser así, al Cuau se le caerían las alas para volar por la Presidencia…
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