Por René Valdés
*En homenaje al legado de la activista Rosario Ibarra de Piedra, demanda proteger a las personas de aquellos servidores públicos y funcionarios que se burlan del dolor ajeno, así como de las mentiras oficiales, la hipocresía y las amenazas que sufren por exigir justicia y respeto a su dignidad*
Coneme / Al rendir un homenaje a la activista social, precursora de los derechos humanos y fundadora del Comité ¡Eureka!, Rosario Ibarra de Piedra, la Presidenta de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH), maestra María del Rosario Piedra Ibarra, hizo un llamado a terminar con el laberinto de corrupción e impunidad que enfrentan los familiares de personas desaparecidas y, en general, quienes han sufrido la vulneración de tales prerrogativas.
Durante el acto realizado en el Centro Nacional de los Derechos Humanos (CENADEH) que desde hoy lleva el nombre de la activista, la presidenta de esta Comisión expresó que, siguiendo los ideales y la lucha de quienes en compañía de su madre conformaron, durante la década de los años setenta del siglo pasado, el llamado Comité Pro-Defensa de Presos, Perseguidos, Desaparecidos y Exiliados Políticos, es necesario transformar a este Organismo Nacional para convertirlo en una verdadera Defensoría del Pueblo.
Acompañada por la escritora Elena Poniatowska; la también activista e integrante del Comité Eureka, Concepción Ávila González y el presbítero Jesús Ramos Muñoz, la maestra Piedra Ibarra recordó la ardua lucha de doña Rosario, la cual “nació así, cargada de amor y de esperanza” en la que su amor filial fue el acicate que mantuvo viva su esperanza y le dio la fuerza para afrontar la adversidad y el dolor que produjo la desaparición forzada de su hijo Jesús, aunque aclaró que también fueron determinantes sus convicciones, el amor a la patria, a su historia y la de su hermoso, sufrido y estoico pueblo.
Dijo que la fortaleza de sus ideales y la intransigencia de sus convicciones fueron una inspiración para quienes la acompañaron en esta batalla que aún no termina. Evocó que “cuando se le escuchaba hablar diciendo sus verdades a los funcionarios, siempre clara, directa, sin medias tintas y sin eufemismos, las conciencias se sacudían y la fuerza del espíritu y el cuerpo renacían para retomar la lucha”.
Incluso, recordó un artículo periodístico firmado en 1997 por doña Rosario Ibarra, en el que criticaba el actuar de la entonces CNDH, señalando el dispendio de los visitadores cuando acudían a entrevistar a las ”doñas”, es decir, a las integrantes del Comité, pero sobre todo porque la información proporcionada ellas fuera utilizada para armar informes fraudulentos y mendaces; ante lo cual exhortó a quienes actualmente laboran en este Organismo Nacional a llevar a cabo con ética, dignidad y orgullo la tarea que el país les ha encomendado de defender los derechos y la dignidad del pueblo mexicano.
En su oportunidad, la escritora Elena Poniatowska recordó la vida y sufrimiento de doña Rosario Ibarra de Piedra en la búsqueda incansable de su hijo, quien fue detenido y posteriormente desaparecido en Monterrey, Nuevo León, el 18 de abril de 1975. Narró las incontables ocasiones en que pidió al entonces presidente Luis Echeverría Álvarez y a las autoridades en turno presentar a los jóvenes y adultos desaparecidos con vida y otorgarles la garantía de un juicio justo; sus interminables horas de pie frente a las puertas de innumerables dependencias de gobierno y sus visitas al Campo Militar número uno para buscar a su hijo.
Ella, dijo Poniatowska, me enseñó a caminar de su mano, a conocer a otras madres de hijos detenidos y desaparecidos, y por esta razón, afirmó categórica, con justa razón hoy la reconocen quien es antes la rechazaban y todas las oficinas de gobierno, los reclusorios, las rejas de los campos militares y la entrada de la Catedral Metropolitana -donde ella y las madres del Comité hicieron su primera huelga de hambre- deberían tener su imagen, como ejemplo de lucha de una mujer que confrontó al gobierno como nadie y acogió la voz de otras madres, animándolas a buscar a sus hijos.
Por su parte, Concepción Ávila González refirió que Rosario Ibarra de Piedra recorrió dependencia tras dependencia buscando a las personas desaparecidas, quienes fueron sacadas de sus casas, trabajos o detenidas en la calle. Aludió a ella como una mujer chiquita, aguerrida y con mucha facilidad para hablar, quien ya había entrado en contacto con las familias de los presos políticos, al tiempo de rememorar cómo muchas veces se quedó sin dinero por pagar desplegados en la prensa para buscar a los desaparecidos.
El presbítero Jesús Ramos Muñoz resaltó la solidaridad de la también exdiputada y exsenadora de la República con la comunidad de San Pedro Mártir en la defensa de sus derechos humanos y colectivos, toda vez que, afirmó, sentó las bases y sueños de justicia, democracia e igualdad de los luchadores sociales, mismos que actualmente comienzan a dar frutos. }
Finalmente, durante la develación de la placa que, a propuesta del Consejo Consultivo de la CNDH, da el nombre de Rosario Ibarra de Piedra al Centro Nacional de Derechos Humanos (CENADEH), su directora Rosy Laura Castellanos destacó el trabajo realizado por la actual administración de la Comisión para establecer una mayor cercanía con un pueblo que necesita reivindicar sus derechos y saber que tiene una institución que los protege ante los abusos de poder.
Como parte de este homenaje, el CENDAEH presenta una muestra del fotógrafo Marco Antonio Cruz, que refleja diversos momentos de la lucha emprendida por Rosario Ibarra de Piedra y las doñas del Comité ¡Eureka! para exigir la presentación con vida de sus seres queridos, entre los que sobresale la crucifixión simbólica que llevaron a cabo en la Plaza de la Constitución en mayo de 1989; el desalojo del que fueron víctimas, durante sus protestas en ese mismo año, a manos de fuerzas policiacas; así como la huelga de hambre efectuada en la Catedral Metropolitana en 1979. La muestra estará abierta al público en las instalaciones de este Centro.
En el homenaje a Rosario Ibarra de Piedra también estuvieron presentes las y los directores de las seis Visitadurías Generales de la CNDH; el secretario ejecutivo, Francisco Estrada Correa y personal de esta institución.