Por Lic. Alberto Woolrich Ortíz.

Coneme / No es de extrañar la insalubridad de la política y de la justicia durante los tiempos del neoliberalismo. Como tampoco es de soprender la falta de claridad y transparencia en la gestión de proveer justicia en ésta Cuarta Transformación de la Nación, ello quizá se deba, en que en ambos tiempos, los funcionarios de proveerla, procurarla e impartirla, dieron continuidad al pensar de Gonzalo N. Santos, cuando en tesis sustentada en relación a la ética, política y justicia, de manera muy clara dijo: “ni la dignidad, ni el decoro son buenos en política y justicia”.

El pensar y actuar de Gonzalo N. Santos, no sólo son el reflejo de una época que rotornó con Carlos Salinas de Gortari y permanece con Andrés Manuel López Obrador, sino el estilo de un político que participó como personaje de primera línea en algunos de los episodios más importantes de nuestra revolución; en la rebelión “De la Huertista”, en el enfrentamiento contra los cristeros y en todos aquellos enredos, embrollos y misterios con aquellos Presidentes de la República como: Obregón, Calles, Portes Gil, Ortíz Rubio, Abelardo L. Rodriguez, Cardenas, Avila Camacho, Alemán, Ruiz Cortinez, López Mateos y Diaz Ordaz.

Gonzalo N. Santos, al igual que muchos políticos del neoliberalismo y del hoy, fue un hombre con gran tendencia a expresar refranes populares, fue cínico, hipócrita, oportunista, mentiroso, poseido de percepciones de la debilidad de aquellos que lo auxiliaban para detentar el poder.

Así se escribe la historia de ciertos políticos.

Hoy la historia de Gonzalo se repite con ciertos gobernantes que también han hecho suyo el pensamiento del “Alazan Tostado”, esos politicos se desnudan de cuerpo entero cuando aplican los conceptos sostenidos por dicho gobernante del mal ejemplo, en relación a la moral en política y justicia. Tambien aquél dijo: “La moral es un árbol que da moras”.

Nada ha cambiado en México desde el neoliberalismo hasta la Cuarta Transformación de la Nación, se diga lo que se diga. Lo afirme quien lo afirme. La única diferencia, si es que existe, es que Gonzalo N. Santos, se fogueó en la revolución, con las balas y no con títulos obtenidos en Universidades, tampoco con abrazos y besos a la delincuencia del poder, de la que él formó parte.

¿Entiende usted mi querido lector, la diferencia o semejanza?.

Es cuanto.