Por Emilio Duran

  • El 2 de febrero se conmemora su centenario
  • La fascinación que despierta la obra de James Joyce (1882-1941) proviene del uso de la lengua, sus altas capacidades evocativas y su relación con la psique: Mario Murgia Elizalde

Coneme / La novela que inicia narrativamente a las ocho de la mañana del 16 de junio de 1904 en Dublín, Irlanda, aborda solo un día en la vida de tres personajes, de ahí que el mismo James Joyce presuntamente asegurara: “es para tener ocupados a los críticos durante 300 años”.

“Es un viaje, es una aventura, muy del siglo XX, muy moderna, porque es un día en la vida de un personaje, y en otros que se entrecruzan en esa secuencia, y en los devenires mentales, físicos, morales de Leopoldo Bloom (protagonista)”, asegura Mario Murgia Elizalde, doctor en Letras Inglesas de la Facultad de Filosofía y Letras (FFyL) de la UNAM.

Sin duda, Ulises estaría entre los libros esenciales de los siglos XX y XXI, hay que leerlo para comprender el desarrollo de la literatura y la cultura occidental, afirma a propósito del centenario de la obra literaria que se conmemora el 2 de febrero, el cual en su original en lengua inglesa cuenta con 267 mil palabras en total, y un vocabulario de más de 30 mil, en poco más de 800 páginas.

La fascinación que despierta, apunta Mario Murgia, proviene en principio del uso de la lengua, pero también de sus altas capacidades evocativas y en eso radica su complejidad y también su atractivo.

“Es una novela que como tiene que ver con la psique nos puede hablar de la nuestra en el mundo moderno y contemporáneo y la manera en que esta se desarrolla, y se relaciona con la psique de los demás”, resalta.

Se publicó en 1922 y, en su momento, sorprendió en su lugar de origen y en otros, como Estados Unidos, porque fue una publicación totalmente inesperada en cuanto a su forma, estilo, temas y a sus narradores.

Sin duda, continua el académico de la FFyL, Ulises es uno de los mejores ejemplos de lo que se ha dado en llamar Flujo de Conciencia, (estilo narrativo que intenta capturar, de manera realista, la forma de pensar de un personaje, como un monólogo interior).

Es sorprendente en diversos sentidos porque puede ser todo: obscena, graciosa, seria, y eso la hace inmensamente disfrutable. “Hay que hacer una suerte de compromiso con la novela, hay que hacer un pacto para poder acercarse a ésta, porque su lectura requiere atención”.

Complejidad

Murgia Elizalde reconoce que cada vez menos lectores concurren en la página final de la obra, quizá por su complejidad, por los arrebatos literarios desarrollados, pero no por ello debe ser una “obra de lectura forzosa”.

“Joyce siempre tuvo estas pretensiones de complejidad literaria y lingüística, por supuesto que rayan en varias secciones de Ulises en lo poético, pero no sin un grado considerable de ironía, porque Joyce siempre estuvo consciente de los alcances de este proyecto y de las dificultades que esa forma de escribir tendría al desarrollar una obra de esa magnitud y longitud”, argumenta.

Aun cuando en cuestiones de tiempo narrativo solamente tengamos 24 horas, es la mente de los personajes la que desborda los límites temporales de lo cronológico, en lo narrativo y en el tiempo de lectura que se invierta en esta obra monumental.

Y aunque el día en la vida de un habitante de la ciudad de Dublín a principios del siglo XX nos parezca alejada o imposible de recibir, conforme avancemos nos estrecharemos con los personajes porque implica una actividad valiosa de adquisición de conocimiento y de desarrollo de sensibilidades estéticas, literarias, humanas y sociales.

“La novela Farabeuf, de Salvador Elizondo, parte en más de un sentido del Ulises; autores como Octavio Paz tenían muy en consideración a Joyce para ejemplificar a uno de los grandes autores del siglo XX. Borges dijo que si tuviéramos que salvar dos obras literarias de dicho periodo, una tendría que ser justamente el Ulises”, concluyó

Fragmento

“Sombras de espesura flotaban silenciosamente por la paz de la mañana desde el hueco de la escalera hacia el mar al que miraba. En la orilla y más adentro el espejo del agua blanquecía, hollado por pisadas livianas de pies apresurados. Blanco seno del mar ensombrecido. Golpes ligados, dos por dos. Una mano punteando las cuerdas del arpa, combinando acordes ligados. Palabras enlazadas de blanco ola fulgurando en la marea ensombrecida”.

En una entrevista acerca de su obra, James Joyce afirmó: “Quiero dar una visión de Dublín tan completa que, si la ciudad un día desapareciera de repente de la faz de la tierra, pueda ser reconstruida gracias a mi libro”.