Por Alberto Woolrich
Coneme / Nuevamente una fiscalía de justicia se encuentra en entredicho, ahora es la Fiscalía General en Cuautitlán Izcalli, Estado Libre y Soberano de México, en donde la monstruosa prepotencia de policías municipales hizo posible el proditorio asesinato de un joven y talentoso actor de nombre Octavio Ocaña, conocido en el medio del espectáculo como “Benito Rivers”, al que la institución de procuración de justicia pretende hacer aparecer como el directo causante de su muerte, y según las versiones creíbles de sus familiares lo despojaron, como acostumbran, de valores de oro y un teléfono celular, lo que denota una vez más, y para no variar, que muy a pesar de las palabras del cambio de ésta Cuarta Transformación de la Nación, las podridas corporaciones tanto policiacas como de procuración de justicia, no captan como se debería los cambios que hoy México exige.
La mecánica de los hechos y los videos difundidos, no sólo en redes sociales, sino en serios programas de televisión vinculados con el medio de diversión y espectáculo, plantean seriamente la gran responsabilidad en los hechos de estúpidos guardianes de la ley, protegidos ahora por ignorantes y corruptos fiscales del Estado de México, pero de manera alguna denotan que “Benito” se privó de la vida, como hoy afirman neciamente ciertos ministriles procurantes de injusticias, con lo que se denota la reiteración de un añejo patrón, en el que el respeto a la vida, derechos humanos y a la dignidad, les vale más que madres, lo que tiene sin cuidado a tan grandilocuentes, corruptos e inmundos servidores públicos.
No es sólo en éste caso planteado, la Fiscalía General de Justicia en el Municipio de Cuautitlán Izcalli en el Estado de México, no ha actuado con diligencia y con ello sólo protege a la delincuencia, como bien podrá corroborar y probar la Academia de Derecho Penal del Colegio de Abogados de México.
Cabría preguntar al Fiscal Regional en Cuautitlán Izcalli, de nombre Juan Francisco Hernández Aguilar, de tan nefastos antecedentes en el Municipio de Ecatepec, ¿Quién fabricó esas absurdas y determinadas constancias para hacernos creer esa estúpida versión? ¿No será acaso aquél de apellido Garnica que colabora ampliamente en la fiscalía el responsable de ello? O en su caso ¿Pretendían cubrir la inmensa corrupción existente en la policía municipal?, por cierto a cargo del Director de Seguridad Pública de nombre José Miguel Garnica Guillén, hermano del fabricante de pruebas. ¿Quién permitió se difundiera esa imagen extraída del teléfono celular robado, con la que se pretende dar sustento a aquello fabricado?
O todos hijos o todos entenados.
La Academia de Derecho Penal del Colegio de Abogados de México, A.C., sostiene de manera reiterada, que nuestro País está sumido en la constante violación del estado de derecho, cometido a todos los niveles, comenzando con la corrupción e ignorancia en la aplicación de la ley y procuración de justicia.
¿Por qué han difundido esas imágenes a fin de desprestigiar a ese joven y talentoso artista? Y porqué ¿no difunden aquellas imágenes de los policías corruptos que se roban el celular y la cadena de oro del hoy occiso? y otras imágenes en donde se aprecia que esos guardianes de la ley actúan verdaderamente drogados, polizontes que se mueven en aguas de estiércol de la fiscalía en contra de los más elementales derechos humanos, que confiados esperamos se hagan valer, para que no sólo se entienda que en justicia solo hay actos de oportunismo político, como ahora pretenden hacer valer aquellos neoliberales pertenecientes al equipo del ex subprocurador Alfredo Castillo, muy ligado por cierto a la gente de Genaro García Luna y, quién en alguna ocasión nos hizo creer que la niña Paulette había fallecido en su cama.
La justicia debe ser igual para todos y “Benito” merece justicia.
Como los muertos ya no hablan ni se defienden, para eso estamos los mexicanos quienes comprometidos con la justicia, exigimos limpieza en actuaciones, exigimos justicia pronta y eficaz, caiga quien caiga.
De otra suerte, los mexicanos luciremos en lugar de la sonrisa franca que nos inyectó “Benito” una definida muestra de dolor y de desprecio a esos fiscales y polizontes.
Es cuanto.
Lic. Alberto Woolrich Ortíz.
Academia de Derecho Penal del
Colegio de Abogados de México, A.C.,