Por Dany Garcí

*Ópera prima del cineasta Salvador Martínez Chacruna *Se filmó en Malinalco y Toluca, Estado de México *Contó con apoyos de Ecamc y Eficine de Imcine

Coneme / Tzofo (siembra en otomí) es un largometraje documental y ópera prima de Salvador Martínez Chacruna, el cual se centra en la vida de Juliana Martínez, su madre, quien hace un recorrido introspectivo al pasado, en el cual habla de sus dolores, sueños y su existencia en general .

El documental se filmó en las regiones otomíes de Malinalco y Toluca, Estado de México, y fue posible gracias a los apoyos Estímulo a la Creación Audiovisual en México y Centroamérica para Comunidades Indígenas y Afrodescendientes (Ecamc) y el Estímulo Fiscal a Proyectos de Inversión en la Producción y Distribución Cinematográfica Nacional (Eficine) Producción, además de formar parte de la selección Largometraje Mexicano del 22° Festival Internacional de Cine de Morelia.

La película surgió como una necesidad del director para hacer una catarsis familiar y hablar de temas muy cercanos e íntimos, que duelen a nivel emocional y que creyó necesario externo para poder soltar, perdonar y liberar.

«Empecé a tener muchas dudas de mi vida familiar, con mi padre, con mis hermanos y necesitaba poner orden en mi historia. Es un poco lo que hago con la película. Se van aclarando muchas preguntas que yo tenía», comenta en entrevista Martínez Chacruna.

El trabajo, explica, fue muy valioso porque interpretó distintos papeles, desde ser el director de la película y, al mismo tiempo, el detonador de cosas familiares. «De pronto olvidé que era el hijo de la protagonista y que la historia era también muy íntima. Fue un proceso de multi disfrute a lo largo de toda la filmación, que duró alrededor de cuatro años y medio hasta su conclusión».

Juliana Martínez narra en otomí de principio a fin y –aunque nunca aparece un cuadro hablándole al público– su voz se escucha mientras realiza sus actividades cotidianas con momentos performáticos “digamos que como tal no es una película que se centra en su vida, sino en un registro de su subconsciente”.

Recuerda Martínez Chacruna que la emergencia sanitaria por la COVID-19 fue un momento idóneo para que su madre y él pudiera tener muchas conversaciones; de ahí surgieron las seis entrevistas en audio que se utilizaron para el proyecto, que en ese momento no pensaba que sería la voz de Tzofo.

“Había pensado en un cortometraje, no más de 15 minutos; algo más simbólico, muy íntimo y personal, pero fue creciendo y lo único que hice fue encaminarlo y cuidarlo en todas y cada una de sus formas”, explica el entrevistado.

La fotografía estuvo a cargo de Diana Garay, quien, de acuerdo con el director, le dio riqueza e hizo crecer el proyecto, como fotógrafa y productora, porque contribuyó a que Tzofo creciera técnica y económicamente, y que tuviera un alcance más profesional.

El uso de voz en off , explica el cineasta, le pareció imprescindible pues, de esa manera, se establecía un diálogo íntimo con su madre a través de las conversaciones en otomí; para ello, se inspiró en el trabajo de Tatiana Huezo, quien lleva mucho tiempo con exploraciones de dicho recurso.

«No suelo hablar mucho con mi mamá en otomí, pero fue necesario para lograr un diálogo más cercano. El otomí tiene una musicalidad como si fuera una sinfonía en sus timbres y en sus pronunciaciones; eso marcó la pausa a nivel narrativo».

La película Tzofo es sanadora y un abrazo al mundo desde sus mensajes. «Para mí ha sido una mezcla de las experiencias de todos los integrantes creativos de la película: de la música, el diseño sonoro, la fotografía, la animación. También fue un arriesgue, por ejemplo, el trabajo de animación con Esteban Azuela. Fue un reto integrarlo sin que se sintiera de sobra, pero logró algo bastante genuino, se sienten honestas sus intervenciones en los momentos clave».

Y resaltó el impulso de los estímulos estatales para su desarrollo: “Esta película es la primera del Ecamc que logra un Eficine, algo que me llevó a una transformación ya un entendimiento sobre qué hacía, dónde quería vislumbrar mi vida creativa como director, como productor, cómo seguir contando historias con el cine”.

Martínez Chacruna sostuvo que Tzofo abra una nueva posibilidad de producción entre los pueblos originarios de México y Centroamérica “espero que sirva de inspiración para seguir trabajando en otras comunidades”.

Finalmente, comenta que en el tintero están dos proyectos, uno de ficción y otro documental. «Me lo quiero llevar con calma, porque para mí fue un proceso muy potente concluir Tzofo, y aunque quedé muy satisfecho con el resultado, fue de mucho movimiento interno; por lo mismo, quiero recargar las baterías creativas poco a poco antes de retomar. Los proyectos que vienen implican para mí grandes retos en muchos sentidos, como madurar y crecer en ciertos niveles y esferas de mi vida».