Atenea Vargas

Coneme / Construye narrativas que exploran temas como la memoria, las relaciones familiares y las tradiciones locales

Ganadora del Premio al Mejor Corto de Ficción en los Yugo BAFTA Student Awards 2024, su película La Soledad aborda las tensiones familiares y los desafíos de la vejez

“Asumimos una responsabilidad civil y sociopolítica como embajadores de nuestras propias comunidades e historias”, afirma la realizadora

Originaria de Oaxaca y egresada del Centro de Capacitación Cinematográfica (CCC), la cineasta María Conchita Díaz ha sido reconocida el presente año en los Yugo BAFTA Student Awards, por su cortometraje La Soledad, que obtuvo el Premio a Mejor Corto de Ficción. Es la primera ocasión en que una producción mexicana es finalista y ganadora en la categoría, un logro significativo tanto para la directora como para el cine nacional.

“La historia está inspirada en mis abuelas y los conflictos que surgieron entre ellas. Fue un proceso de transformación emocional que me llevó a reflexionar sobre cómo las relaciones cambian por la ambición”, explica Díaz.

La Soledad narra el reencuentro de dos hermanas, Aurelia y Antonia, quienes como adultas mayores enfrentan tensiones familiares y los desafíos de la vejez. La película, filmada en la ranchería “La Soledad” en San Miguel Peras, Oaxaca, combina elementos autobiográficos con una narrativa ficcional que visibiliza las historias de la tercera edad.

El cortometraje, que también recibió el Premio Diosa de Plata por la Asociación de Periodistas Cinematográficos de México (Pecime), formó parte del proyecto de titulación de Díaz en el CCC. Sin embargo, su realización tardó una década debido a procesos personales que llevaron a la directora a pausar el trabajo.

“Tuve que cuidar de mi madre y mi hermana, quienes fallecieron durante ese tiempo. Retomarlo fue un acto de sanación, un medio para procesar las emociones y rendir homenaje a mi familia”, comenta.

De acuerdo con la creadora, la película no solo marcó un punto de inflexión en su carrera, también resonó profundamente con las audiencias, no solo de México, si no de otros países. “Me sorprendió descubrir cuántas personas se identificaban con los temas de la película. Es un sector poco representado en el cine, pero profundamente relevante”.

Díaz destaca que su formación en el CCC fue fundamental para adquirir las herramientas técnicas y narrativas que han definido su estilo. “Me dio acceso a equipo profesional y me permitió entender cómo funciona la industria cinematográfica. A partir de ahí, he podido explorar mi propia visión como cineasta”.

Además de La Soledad, Díaz ha dirigido cortometrajes como Sexo limpio, Rex, Venus y 8 venado garra de jaguar, este último contó con el Estímulo a la Creación Audiovisual en México y Centroamérica para Comunidades Indígenas y Afrodescendientes (ECAMC) en 2022.

Romper estereotipos en el cine

También es cofundadora de Ixmati Casa Productora, una iniciativa que promueve el cine independiente en Oaxaca y rompe con los estereotipos en la representación audiovisual. “Damos talleres de cine para niñas y niños. Les enseñamos que con un celular también se pueden contar historias. Queremos romper la idea de que el cine es exclusivo”, explica.

La directora subraya la importancia de crear historias que reflejen las realidades de las comunidades mexicanas. “Buscamos salir del estereotipo de personajes que no nos representan. Queremos que nuestras películas visibilicen nuestras raíces y nuestras historias”, detalla. Actualmente, Díaz trabaja en una nueva producción rodada en Oaxaca, donde combina la narrativa ficcional con la realidad de las tradiciones locales.

Para la realizadora, el cine no solo es una herramienta de expresión artística, sino también un medio para construir comunidad. “El conocimiento que no se comparte no sirve. Y eso es algo que me ha enseñado Oaxaca: siempre volvemos a compartir y convivir con nuestras historias”.

La entrevistada subraya que el cine tiene un propósito que trasciende lo personal o lo local. Aunque considera fundamental que las historias resuenen en las comunidades en las que se originan, insiste en que deben llegar a un público más amplio para generar un impacto significativo.

“El cine se hace para un espectador. Su objetivo es alcanzar el mayor número de personas y dar un peso histórico y simbólico a nuestras voces, no solo a nivel local, sino también nacional y mundial. Lo personal es político, y con ello asumimos una responsabilidad civil y sociopolítica como embajadores de nuestras propias comunidades e historias”, concluye.