Mario Iván B. Ruiz
Coneme / Necesitamos crear conciencia de que es mayor la demanda que la oferta, señaló Víctor Orlando Magaña Rueda
La provisión de suficiente agua potable para consumo doméstico en urbes nacionales como la Ciudad de México, Guadalajara y Monterrey es un reto creciente, revela un estudio del Instituto de Geografía (IGg) de la UNAM.
Afecta el crecimiento de la población -la cual incrementa la demanda del líquido más rápido que la oferta-, el nivel de ingresos, la infraestructura hidráulica y, más recientemente, las variaciones climáticas, revela el artículo El clima cambiante y los consumos domésticos de agua en ciudades de México (revista Investigaciones Geográficas, IGg UNAM).
En ese estudio, Víctor Orlando Magaña Rueda, investigador de dicha entidad académica, y sus colegas Carlos Joel Ábrego Góngora, de la Facultad de Ingeniería de la Universidad Autónoma de Nuevo León, y Baldemar Méndez Antonio, de la Comisión del Agua del Estado de México, encontraron que en las metrópolis mexicanas el acceso al recurso hídrico es desigual, mientras que el clima también se manifiesta en el consumo, que se eleva en temporadas de calor.
Queríamos saber si el calentamiento global llevaba a las personas a consumirla hoy en día más que antes, un asunto de la mayor importancia porque no es solo que quieran beber más o bañarse seguido, sino que somos mayor número de pobladores, y esto requeriría que su abasto creciera significativamente, explicó en entrevista Magaña Rueda.
De acuerdo con el experto, existen pocos datos sobre cuánta se usa de manera constante. “Sabemos que aumenta en temperaturas cálidas entre un 10 y 15 por ciento”.
Tecnologías domésticas
Destacó que el país requiere mejor gestión del vital líquido, sobre todo en la agricultura. No existe planeación adecuada y se necesita estrategia coordinada y conciencia de todas las personas para aminorar los impactos por el alto uso.
“Requerimos una cultura del agua que nos involucre a todos los ciudadanos y una conciencia clara de que, entre más usuarios seamos, existe mayor vulnerabilidad hacia ese recurso”, subrayó.
Para abatir desde nuestros hogares el desperdicio, que es considerable, el especialista recomendó instalar tecnologías domésticas y accesibles de comprar, por ejemplo regaderas ahorradoras y sistemas para adaptar en inodoros y lavabos; son medidas que cada familia puede llevar a cabo.
Magaña Rueda y sus pares encontraron en su investigación que el clima también es esencial en el consumo, pues el factor temperatura máxima es un modulador de la demanda y su efecto es detectable en los periodos más cálidos del año, previo al inicio de la temporada de lluvias de verano. Lo anterior hace pensar que la formación de islas de calor urbanas pudiera incrementarla y también los consumos.
Sin embargo, los científicos destacan en su artículo que en grandes ciudades de México estos gastos per cápita tienden a disminuir en décadas recientes, porque la provisión del recurso no aumenta al ritmo con que crece el número de usuarios.
De esta manera, el principal modulador climático de los consumos de agua es la sequía meteorológica, pues su ocurrencia da como resultado baja disponibilidad y, con frecuencia, sequía socioeconómica.
Por lo tanto, una mejor gestión hídrica urbana debe incluir estrategias de uso de información climática en donde se priorice la provisión a las urbes, concluyó.