Mario Iván B. Ruiz

Coneme / La comida es un hecho social total que desencadena repercusiones económicas, políticas, religiosas, culturales y estéticas. Sin embargo, su estudio ha sido subestimado debido a un sesgo de género, según Julieta Flores Jurado, académica de la UNAM.

La comida es un acto unificador humano, pero también puede ser un marcador de diferencias y un elemento central en la identidad. Está presente en eventos sociales y rituales, pero también puede ser un tema incómodo al considerar la explotación de personas y la destrucción del medio ambiente.

Según la organización Banco de Alimentos de México, en México se desperdicia un tercio de la comida producida, lo que equivale a 38 toneladas por minuto. Esto podría nutrir a 28.6 millones de personas que viven en carencia alimentaria.

El sesgo de género ha dificultado el reconocimiento académico de la comida como objeto legítimo de estudio. La experta universitaria Julieta Flores Jurado argumenta que la comida y las actividades culinarias han sido invisibilizadas y situadas en el espacio de lo privado, lo que sostiene la idea errónea de que los estudios alimentarios no son productivos.

Los estudios alimentarios son un campo emergente interdisciplinario que examina la relación entre la comida y los aspectos de la experiencia humana. Este campo de estudio es inherentemente politizado y surge a finales del siglo XX como un campo distintivamente crítico.