Mario Iván B. Ruiz
Coneme / Luego del proceso electoral en el vecino país del norte, Silvia Núñez García, Mariana Aparicio, Claudia Maya y Tomás Milton Muñoz explicaron la situación que prevalece y los escenarios en la relación con el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca
Con el triunfo de Donald Trump en la elección para presidente de Estados Unidos (EUA), México enfrentará dificultades en su relación con el vecino país del norte y debe estar prevenido para situaciones como la detención y el retorno en masa de mexicanos y de otros latinos, destacaron académicas y académicos de la UNAM.
En la mesa Implicaciones de la elección presidencial en Estados Unidos: Minorías, migración, seguridad y economía, en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales (FCPyS), Silvia Núñez García, exdirectora e investigadora del Centro de Investigaciones sobre América del Norte (CISAN), consideró:
Aunque México enfrentará dificultades en su relación con los Estados Unidos, “tendremos capacidad para vernos de frente”.
“Estamos condenados a ser vecinos, no podemos renunciar a esto”, y en este momento de tantos retos, nuestra vecindad tendrá que ser apuntalada a partir de un nuevo proyecto de política exterior, porque “está en la lona”.
En ese sentido, detalló que en la administración anterior se asignaron pocos recursos a la Cancillería y “México se borró de ser un actor participativo en el escenario internacional. Tenemos que recuperar esa parte”.
La experta dijo que en nuestro país no podemos darnos el lujo de improvisar; debemos tener capacidad para “navegar” con demócratas o republicanos, y aprender a dimensionar el riesgo de nuestras decisiones en política exterior; de otro modo continuaremos siendo una nación que se subordina a los intereses de los Estados Unidos.
Núñez García mencionó que más allá del triunfo de los republicanos, la sociedad estadounidense sigue dividida. Trump obtuvo 74.5 millones de votos y Kamala Harris, 69 millones. Eso significa que la esencia de una sociedad progresista se mantiene en la Unión Americana, y aquello que lo gravitó en la elección fue el bolsillo de los votantes.
Estrategia conocida
Mariana Aparicio Ramírez, integrante del Observatorio de la Relación Binacional México-Estados Unidos, adscrito al Centro de Relaciones Internacionales (CRI) de la FCPyS, señaló que la frontera y la seguridad (temas fundamentales de la relación bilateral) están vinculados con otros dos: la política migratoria y comercial.
Si a partir de la perspectiva del próximo presidente estadounidense México no hace lo necesario en términos de seguridad, frontera y detención migratoria, la amenaza de imponer aranceles “será una estrategia que ya conocemos”. La cooperación entre ambas naciones podría ser dura, pragmática y por momentos ríspida, estimó la universitaria.
El futuro residente de la Casa Blanca ha hablado de sellar la frontera y detener la migración; “me parece que es viable y más cercano de lo que parece”, y México debe estar preparado para detenciones y el retorno en masa de mexicanos y de otros latinos. Trump tiene el apoyo de la ciudadanía y eso significa que lo políticamente incorrecto puede ser políticamente viable, advirtió.
También sería posible que en EUA se catalogara a los cárteles de la droga mexicanos como grupos terroristas y eso determinaría una nueva relación en la frontera y tendría implicaciones en la política de seguridad, añadió Aparicio Ramírez.
Claudia Maya López, también académica del CISAN, recordó que México tiene más de 80 por ciento de su comercio y actividad económica vinculada con Estados Unidos. Pero más que una integración, se trata de una dependencia, y con una imposición de aranceles nuestro país se vería afectado.
Contrario a la tendencia de Donald Trump de impulsar una economía más proteccionista y depender cada vez menos del extranjero, nuestro país es una economía abierta. Aquí la política comercial no está en función de cimentar al mercado interno y dependemos de las remesas y las exportaciones, comentó.
Además, apuntó que Trump va a hacer deportaciones y México debe estar preparado para ello. Una buena opción para integrar a esos deportados al mercado de trabajo es agregarlos al campo y así contribuir a satisfacer nuestras necesidades mínimas, “porque importamos hasta el maíz de la tortilla que nos comemos”.
Propuso establecer políticas públicas de pleno empleo y mayor gasto en infraestructura para aminorar el problema de los migrantes y evitar que se conviertan en criminales, “porque en este país el principal empleador es el narco”.
Tomás Milton Muñoz Bravo, del CRI-FCPyS, calificó como preocupante la política migratoria de los siguientes cuatro años. La retórica antiinmigrante le funciona al empresario estadounidense, le da votos y le permite solidificar a su base; tendrá discursos y reacciones xenófobos y racistas.
En su primer periodo como presidente subió en más de 30 por ciento el número de actos de violencia contra minorías, y ahora los grupos neonazis y neofascistas se van a sentir empoderados y eso incrementará los crímenes de odio; también se elevarán en número las separaciones familiares; disminuirá la recepción de asilados y refugiados; y estarán en riesgo programas como DACA (Acción Diferida para los Llegados en la Infancia) que beneficia a 553 mil jóvenes.
En este escenario, que no es nada positivo, es probable que disminuyan los recursos que EUA daba a organismos como la Agencia de la ONU para los Refugiados; y podría haber enfrentamientos entre el gobierno federal con los denominados estados y ciudades “santuario”.
Aunque Trump no va a poder deportar a 11 millones de personas indocumentadas en cuatro años, por el costo que eso implica, sí aumentarán las redadas y el discurso de odio. A partir del sexenio pasado se dijo que se iban a invertir recursos para transformar los consulados en defensorías; no obstante, se les quitó presupuesto. Se necesita replantear esto y que gente capaz del servicio diplomático mexicano esté a cargo, finalizó Muñoz Bravo.