De la Redacción
Coneme / TIJUANA, B.C.- Esta ciudad fronteriza donde cruza el mayor número de personas a nivel mundial, se ubica en el ojo del huracán tras revelarse una trama de extorsión y despojo que ha sacudido los cimientos de la comunidad empresarial local.
En el centro de este escándalo aparece el hijo de un reconocido empresario, a quien múltiples fuentes lo señalan de obligar a inquilinos de propiedades de familiares para que entreguen los locales comerciales que, con esfuerzo y capital ajeno, han remodelado y convertido en negocios prósperos.
Sin embargo, actos de sabotaje que lleva a cabo personalmente el “narcojunior”: cortes de agua, robos de luz y de medidores, hurto de tinacos para agua, despojó de anuncios y neones, clausura de pasillos de servicios, amenazas constantes a los empleados de los giros, cateos ilegales con supuestos policías o de uniformados que se sabe están aliados con el crimen.
Las evidencias recopiladas desde hace dos años mediante una investigación son contundentes: grabaciones telefónicas plenamente identificadas, con nombres mencionados de sus aliados y amigos del crimen.
El llamado JR, pertenece al tristemente célebre grupo apodado por algunos como «NarcoJuniors» de los años 90, parece prosperar utilizando las tácticas intimidatorias de oscuros personajes al cobrar cuotas por no agredir; a quienes ocupan los inmuebles de su familia, y les exigen pagos por el llamado «derecho de piso».
De acuerdo a las denuncias remitidas a este grupo de agencias de información, advierten que lo más alarmante radica en que la extorsión proviene no de bandas criminales externas, sino del seno mismo de una familia considerada hasta ahora respetable y emblemática del tejido inmobiliario empresarial de Tijuana.
Víctimas de esta situación, quienes piden permanecer en el anonimato por temor a represalias, describen un panorama desolador, porque cuando se niegan a dejar sus giros, este individuo manda a sus amigos del crimen a destrozar y hasta incendiar los negocios; y dejan fuertes pérdidas de inversiones, sueños empresariales desvanecidos y un clima de miedo que paraliza a los afectados directos y a la comunidad empresarial en general.
«Es como vivir con el enemigo en casa», comentó uno de los afectados, «nunca imaginamos que el peligro vendría de quien supuestamente debería ser nuestro aliado».
Ante esa grave situación, se levanta un creciente clamor en el gremio empresarial de Tijuana para que las autoridades intervengan de manera decisiva. La demanda es clara: resulta imperativo que se investiguen esos actos de extorsión y se tome acción legal en contra de quienes resulten responsables; sin importar su posición económica o social.
También acusan que el aumento de estos estos casos arroja luz sobre una nueva forma de criminalidad que se gesta desde la estructura misma de algunas de las familias más conocidas de la región, que en años anteriores tuvieron que sacar del país por más de 20 años a este sujeto que ahora atormenta psicológicamente a sus propios parientes. Mencionan que, entonces, “lo exiliaron” para evitar que fuera encarcelado.
Este preocupante panorama de inseguridad pone en riesgo el Estado de Derecho en Tijuana. La esperanza de muchos es que este clima de perversidad y de escándalo sirva como un punto de inflexión para recuperar la confianza en las instituciones, y que se garantice un entorno seguro y justo para el desarrollo empresarial y personal de todos los tijuanenses.
Pese a todo, las autoridades han guardado un extraño silencio cómplice sobre el caso. Aunque fuentes oficiales indican que ya se toman medidas y se investigan las denuncias, los asolados comerciantes solicitan una orden de restricción para que el sujeto no se pueda acercar a 500 metros de los locales. Una señora de 69 años de edad que optó por salir de la ciudad por temor a amenazas directas de este criminal pide se investigue y paren a este presunto criminal para que la justicia prevalezca.