Por Daniel Gómez
*Es el primer caso de tumor cordoma cervical diagnosticado en 25 años: neurocirujano Cuauhtémoc Gil*Oncólogos y neurocirujanos del CMN “20 de Noviembre” retiraron 90% de tumoración y recuperaron movilidad en extremidades del paciente*El director del Instituto, Pedro Zenteno, felicita a equipo de especialistas por conjugar experiencia, humanismo y uso de tecnología de punta en beneficio del derechohabiente
Coneme / Con exitosa cirugía de alta complejidad, cirujanos oncólogos y neurocirujanos del Centro Médico Nacional (CMN) “20 de Noviembre” del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (Issste) “liberamos de daño medular y riesgo cerebral irreversible a joven de 31 años afectado por un raro tumor denominado cordoma cervical, de muy escasa frecuencia; es el primero que se registra en el instituto en 25 años”, informó el neurocirujano y líder del procedimiento, Cuauhtémoc Gil Ortiz-Mejía.
“El tumor me estaba limitando la movilidad de manos y pies, empecé a perder sensibilidad del lado derecho, e incluso de los músculos de la respiración, lo que me provocaba dificultad para respirar. Me la pasaba postrado en silla de ruedas y para levantarme tenía que ayudarme de un bastón,” compartió el paciente Víctor Alan Cabrera Sánchez, trabajador del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).
“Estoy muy agradecido con el Issste y con el CMN ‘20 de Noviembre’ por la atención excelentísima de los cirujanos, de 10. Además, me encuentro contento, porque tras la cirugía he recuperado el equilibrio, la movilidad y mi autonomía.” El director general del instituto, Pedro Zenteno Santaella, felicitó y exaltó la labor del equipo multidisciplinario de especialistas que participaron en este caso. Juntando la tecnología, el recurso humano con experiencia, atención multidisciplinaria y con humanismo se logra este tipo de resultados centrados en el mayor beneficio en la salud, como es el caso de Alan, a quien se rescató de una condición de deterioro progresivo. “Con ayuda de los oncólogos quirúrgicos que nos hicieron el abordaje del tumor el 3 de julio pasado, el equipo de neurocirugía de este nosocomio realizamos el procedimiento de alta especialidad y logramos retirar hasta 90 por ciento de la lesión, con lo cual conseguimos descomprimir la médula espinal y los nervios que tenía atrapados, obteniendo una recuperación funcional del paciente a las 24 horas posteriores, y se ha ido incrementando hasta hoy”, informó Gil Ortiz-Mejía. “La calidad de vida de Alan ha mejorado de manera espectacular y, sobre todo, logramos reincorporarlo a su vida normal en óptimas condiciones funcionales. Ya no necesita silla de ruedas ni aparatos ortopédicos para desplazarse.” “Alan llegó al CMN con diagnóstico de cordoma cervical tras una cirugía previa realizada en el Hospital General Tláhuac, donde le colocaron una caja de titanio para sostener las vértebras dañadas y en ese momento decidieron no intervenir el tumor debido al riesgo de lesionar estructuras cerebrales comprometidas. Desafortunadamente, éste siguió creciendo, causando complicaciones. “Debemos decirlo, lo más peligroso de esta cirugía, aparte de la complejidad de quitar el tumor, era evitar el riesgo de que pudiéramos lesionar la arteria vertebral derecha y causar daño medular y cerebral irreversible. Formamos un equipo multidisciplinario con cirujanos oncólogos y neurocirujanos para buscar una alternativa quirúrgica qué ofrecer al joven, quien prácticamente había caído en discapacidad.” Previamente, mediante una resonancia magnética en cortes axiales identificamos que el tumor ya había destruido parte del hueso de las vértebras cervicales 2 y 3 dentro de la caja de titanio. La médula estaba totalmente estrangulada, comprimida y adelgazada, expuso. Entre las tecnologías médicas que empleamos en su atención estuvieron dos resonancias magnéticas con contraste, una de cortes especiales para delimitar el tamaño del tumor, que fue de cinco centímetros de longitud por cuatro de ancho y tres de grosor, y una de cortes finos para establecer la estrategia de abordaje.
Durante la cirugía, detalló Gil Ortiz-Mejía, utilizamos un arco en C para ubicar el área de la lesión; un equipo de monitoreo transoperatorio de neurofisiología nos guiaba en corroborar que el paciente iba recuperando sus funciones conforme se descomprimía la médula. También usamos un microscopio de alta resolución para trabajar con una realidad aumentada del tumor y diferenciar el tejido tumoral de la médula espinal y los nervios, con el fin de no lastimarlos y proteger la arteria vertebral principal.
Aunque no es cáncer, comentó, el tumor puede volver a crecer, por lo que recibirá tratamiento complementario de radioterapia en las próximas semanas. El objetivo de la cirugía fue preservar y mejorar la función, y se cumplió. El resultado es muy evidente en su recuperación y nos deja muy satisfechos, concluyó el también profesor titular del Curso de Alta Especialidad en Cirugía de Columna del CMN “20 de Noviembre”.