Por Roxana Hebe Hernández

*Mediante “Cartogramías”, jóvenes con problemáticas de drogas, vulnerabilidad y vida en la calle plasman sus historias y emociones: Julie-Ann Boudreau *Sintetizan en palabras conceptos como violencia, ruptura y abuso *Un equipo de investigadoras, estudiantes y artistas liderados por Julie-Ann Boudreau, académica del Instituto de Geografía (IGg) de la UNAM, crearon el laboratorio-taller de arte “Cartogramías”, el cual utiliza metodologías participativas para conocer las experiencias espaciales y de vida de jóvenes, hombres y mujeres quienes acuden a centros de rehabilitación.

Coneme / Estas personas han vivido diferentes tipos de violencia (física, emocional, directa e indirecta) y han entrado en relación con una amplia red de actores que incluyen caminos institucionales.

“En este proyecto apostamos por escuchar para comprender sus múltiples experiencias y las formas de entender la calle y el género”, señaló Boudreau.

En la primera parte dibujan sus historias dentro de la silueta en blanco de un cuerpo humano, el cual llenan de símbolos, colores y emociones de acuerdo con su experiencia personal y subjetiva.

“Con unos 50 dibujos individuales creamos mapas de vida, pues la cartografía participativa es una herramienta potente que permite visualizar conceptos como la violencia y tener una síntesis e información colectiva de estos grupos de jóvenes”, explicó Boudreau.

La académica dijo que el objetivo general de “Cartogramías” fue efectuar una intervención en centros de atención al consumo problemático de drogas, usando la cartografía social, una herramienta distinta a las que emplean en esos lugares para ayudar a la terapia ocupacional, y ofrecerles a los jóvenes un espacio diferente de lo que tienen en su rutina.

Una vez dibujada la historia de vida, abundó la académica, entran en un proceso de autoconocimiento que les ayuda a afrontar y sanar su propio proceso de vida.

Las historias particulares repiten elementos comunes, por ejemplo violencia, miedo, abuso o desplazamiento, conceptos que quedan como palabras de diferentes tamaños dependiendo de su presencia en los casos individuales.

Boudreau y sus colegas trabajaron en un centro ubicado en la alcaldía Cuajimalpa, registrado ante el Instituto para la Atención y Prevención de las Adicciones de la Ciudad de México.

La académica consideró que la geografía participativa permitió elaborar mapas a pie de calle, que consideran los traslados en sus vidas y muestran sus trayectorias espaciales.

En la geografía social llegar al autoconocimiento de vida y la sanación personal no es un ámbito frecuente, como lo es para la psicología social y la ambiental.

Yo creo que con las herramientas que tenemos, en particular la cartografía participativa, utilizan narrativas en vez de cifras, y experiencias, fotos y dibujos en vez de números, acotó.

A partir de esta información subjetiva, Boudreau y sus compañeros de equipo efectúan una “traducción” a palabras con conceptos que se repiten, y con trayectorias de vida que van de un lado a otro en el mapa.