Por Héctor Moreno
Coneme / MÉRIDA, Yuc.- La serpiente emplumada una vez más descendió puntual por el lado norte del castillo venerado en su nombre en la ciudad maya de Chichen Itzá.
Uno a uno sus siete triángulos isósceles se fueron formando conforme el movimiento del Sol plasmando así, entre las paredes una especie de danza de luz y sombra, se trata del descenso de Kukulcán.
Este fenómeno arquiastronómico marca con precisión la entrada de primavera y en su momento, el solsticio de otoño.
Propios y extraños no dejaron de maravillarse con esta parte mística y misteriosa en la que se desenvolvían los mayas y que dejaron como encriptadas entre sus sólidas estructuras.
Kukulcán, la serpiente emplumada, una vez más acarició el espíritu de muchos de los presentes.