Por Roxana Hebe Hernández
*Iván Yassmany Hernández Paniagua, Amparo Martínez Arroyo e Irma Rosas Pérez participaron en el Primer Simposio Ambiente y Salud *Expusieron los resultados de investigaciones que determinan las afectaciones al ser humano
Coneme / En su reporte de noviembre de 2020, la Organización Mundial de la Salud estimó que uno de cada ocho fallecimientos está estrechamente relacionado con la contaminación del aire y, en particular, con las enfermedades cardiovasculares, refirió Iván Yassmany Hernández Paniagua, del Grupo de Fisicoquímica de la Atmósfera del Instituto de Ciencias de la Atmósfera y Cambio Climático (ICAyCC) de la UNAM.
Al ofrecer la charla “Exposición personal a contaminantes con efectos en la salud en el transporte público”, el científico explicó que desde hace tiempo, junto con su equipo de investigación, revisa los niveles de contaminación en diferentes ambientes como avenidas principales, transportes público o privado y sus variaciones a lo largo del día.
Durante el Primer Simposio Ambiente y Salud, organizado por el ICAyCC, abundó que la exposición personal a los contaminantes se refiere al contacto entre un individuo y agentes biológicos, químicos y/o físicos.
Al examinar los niveles de polución por carbono negro -mejor conocido como hollín y que literalmente son diminutas partículas de carbón, resultado de la combustión incompleta de productos pesados del petróleo- con la hora, es evidente que cuando las personas se trasladan, independientemente del medio (vehículo particular, bicicleta o transporte público) experimentan la mayor exposición, alertó el universitario.
Uno de los recientes trabajos realizado por Hernández Paniagua y su equipo consiste en revisar la contaminación a la que están expuestos los pasajeros de líneas del Metrobús, mientras viajan a bordo de los tres diferentes modelos de autobuses (New Diesel Technology) y del Metro.
Para realizar estas mediciones, los investigadores suben a los transportes llevando consigo filtros y equipos especializados para medir la contaminación; los resultados preliminares indican, por ejemplo, respecto a las variaciones de concentraciones de partículas menores de 2.5 en la Línea Uno del Metrobús, que las mayores concentraciones de exposición a contaminantes se ubican en el horario de noche, en las diferentes estaciones de este sistema.
Sugirió que lo anterior puede estar relacionado con la apertura y cierre de puertas, pues en estos sitios al subir y bajar “las personas son un agente acarreador de masa de aire hacia el interior; aparentemente es poco pero sí contribuye cuando se le ve de manera global”.
Respecto a la eficacia de los diferentes modelos de camiones para bloquear la contaminación, los primeros resultados indican que el modelo Euro VI es más eficiente, inclusive los niveles de exposición están por debajo de los registrados en el Metro. Esto tiene que ver con dos factores: está cerrado y tiene un sistema de recirculación, por lo que hemos recomendado efectuar mantenimiento a los filtros porque se desgastan, expuso.
En cuanto a los microbuses, varios pueden utilizar ya sea gas o diésel. Actualmente se elabora un estudio sobre la exposición de las personas a esta contaminación, sobre todo al considerar que más de 50 por ciento de los viajes se realizan en estas unidades, abundó.
Otros enfoques
En su intervención, Francisco Arenas, investigador del Hospital Infantil de México Federico Gómez, comentó parte de los estudios llevados a cabo junto con su equipo para conocer los efectos del benzo(ghi)perileno en la salud.
El jefe de la Unidad de Investigación en Bioseguridad y Biomedicina, del Laboratorio de Investigación en Patología Experimental, dijo que se trata de un hidrocarburo pesado que se encuentra dentro de las partículas PM10 y PM2.5, uno de los más abundosos de la atmósfera.
En su charla, “El benzo(ghi)perileno, el contaminante atmosférico más abundante de la CDMX: estado actual de sus efectos in vitro”, el investigador relató que al iniciar la investigación se sabía que este compuesto no inducía la formación de tumores en la piel de ratones, inclusive si se le inyectaba; sin embargo, causaba mutaciones en salmonella y aumentaba los niveles de oxidación.
Entre los trabajos realizados, recordó un estudio de la bióloga Montserrat Zaragoza, quien en 2016 -cuando efectuó sus estudios en la Facultad de Estudios Superiores Zaragoza- dio seguimiento a los cambios generados por el benzo(ghi)perileno en una línea de células durante 24 horas, donde se reportó la formación de vesículas en éstas, además de que activó una vía de receptor AhR (la cual está usualmente protegida por una membrana).
La estudiante, quien terminará su doctorado en Biología Experimental en el Instituto de Biología por la UNAM, continúa con la revisión de los efectos del contaminante, pero ahora en su relación con la expresión genética. Encontró que benzo(ghi)p activa lo que se conoce como “dormancia celular” (periodo en el ciclo biológico en el cual el crecimiento, desarrollo y actividad física se suspenden temporalmente) y que es regulado por la expresión del gen NR2F1.
Identificó que se detiene la división celular por la exposición al mencionado contaminante, y se cree que se debe a que genera daño a la cadena de DNA, pero cuando las células son expuestas al antigonista del receptor es posible restituir la proliferación celular, esto puede ser el motivo por el cual la célula entra en dormancia, precisó el investigador.
Al inaugurar el encuentro, Amparo Martínez Arroyo, del Departamento de Ciencias Ambientales, aseguró: “si queremos colaborar con el área de salud, de biomédicas, e incluso de las áreas sociales para los problemas de ambiente y salud, pues el primer ejemplo lo tenemos que dar nosotros siendo capaces de trabajar entre nosotros y presentar algunas propuestas”.
En tanto, Irma Rosas Pérez, del Grupo de Aerobiología, añadió que varios de los estudios se relacionan con la evaluación de riesgos, un modelo “utilizado por los tomadores de decisiones y donde la contribución de los científicos es muy importante”.