Por Roxana Hebe Hernández
*María de Lourdes Massieu Trigo, Gerardo Leyva Gómez y José Juan Escobar Chávez coincidieron en señalar que es un aliciente que distingue el trabajo, motiva a laborar en equipo y permite continuar su quehacer científico en beneficio de la sociedad
Coneme / Tres investigadores de la Universidad Nacional Autónoma de México fueron reconocidos con los primeros lugares del Premio Canifarma 2022, que otorga la Cámara Nacional de la Industria Farmacéutica, gracias al desarrollo de novedosos tratamientos que podrán ayudar en la salud de las personas con diabetes; con problemas neurodegenerativos; y quienes hayan sufrido un accidente cerebro vascular (ACV).
María de Lourdes Massieu Trigo, del Instituto de Fisiología Celular, ganadora del primer lugar en la categoría investigación básica expresó: “Para los investigadores siempre es un aliciente que se reconozca nuestro trabajo. Es importante no solo publicarlo, sino que esté disponible para que nuestros colegas lo conozcan”.
En la categoría Investigación Tecnológica el primer sitio correspondió a Gerardo Leyva Gómez, académico de la Facultad de Química, quien manifestó que “recibir el premio Canifarma es un aliento al trabajo en equipo, una motivación personal y la mayor distinción en el área farmacéutica. Además, nos ayuda a impulsar una campaña para conocer esta enfermedad de ataxia espinocerebelosa 7 e intentar enfrentarla”.
Ganador del segundo lugar en la categoría de Investigación Tecnológica, José Juan Escobar Chávez, de la Facultad de Estudio Superiores Cuautitlán, consideró que la distinción es una motivación para seguir laborando en su línea de investigación, y que en el futuro pueda ser un beneficio real para la sociedad.
Contra ACV
Massieu Trigo habló en entrevista sobre el descubrimiento de una pequeña molécula capaz de ayudar a reducir en 60 por ciento las lesiones en el cerebro luego de un ACV en modelos animales, con el cual obtuvo el Premio.
Los accidentes cerebrovasculares son difíciles de tratar, detalló la doctora en Investigación Biomédica Básica, con orientación en Neurociencias. Hasta ahora no hay un tratamiento simple debido a que suelen tardar en llegar a una sala de emergencias, es decir, cuatro o cinco horas después de que ocurrió el suceso, por lo que el tratamiento más eficiente a la fecha se le da con trombolíticos, pero tiene una ventana de efectividad corta.
Las enfermedades cerebrovasculares -entre las que se encuentra el infarto cerebral isquémico- han ocupado en los últimos tres años la sexta y séptima causa de muerte en nuestro país, según cifras del INEGI, por lo que es necesaria la búsqueda de nuevos enfoques de tratamiento.
La universitaria estudia las moléculas llamadas cetónicas, en especial el D-Beta-hidroxibutirato, que se producen en el cuerpo al degradar las grasas, y revisa en animales el efecto protector de estas cuando se les reta a una condición de estrés, específicamente la ausencia de glucosa o azúcares.
En colaboración con Luis Bernardo Tovar y Romo y Xóchitl Pérez Martínez, la investigadora y sus colegas analizaron el impacto de dicha molécula en ratones que sufrieron una oclusión de la arteria cerebral media, lo cual les generó un infarto cerebral isquémico. A estos les administraron directamente la sustancia por entre 24 y 48 horas.
“Logramos reducir el tamaño del infarto en 60 por ciento aproximadamente, mientras que las ratas que no fueron tratadas recibieron un volumen de lesión muy grave”. El reto, enfatizó, es ver qué sucede en el humano, encontrar nuevas formas de administración, por ejemplo de manera subcutánea para que llegue de otra manera, además de espaciar la ventana terapéutica para hacerlo más eficiente.
El premio será utilizado por la experta y su equipo para indagar los mecanismos de moléculas, como D-Beta-hidroxibutirato, además de explorar qué tanto podría ayudar la autofagia o canibalismo celular, porque la célula degrada componentes que están dañados, por lo que aún falta mucho por hacer.
Nanoesferas para una enfermedad rara
Leyva Gómez trabaja con su grupo de colaboradores y estudiantes en una de las llamadas “enfermedades raras” -que no están consideradas en el sistema de salud- para la cual escasamente hay diagnóstico y nulo tratamiento: ataxia espinocerebelosa 7 (SCA7), un padecimiento neurológico donde el paciente pierde fuerza en brazos y piernas, movilidad y pérdida visual; la esperanza de vida es de dos años en adultos y aún menor en niños.
En cinco comunidades rurales de Veracruz existe esta enfermedad, la cual ha sido descrita por primera vez por el grupo que encabeza el doctor en química. Identificaron un gen mutado en el cerebro, el cual, en presencia de la enfermedad, expresa en exceso una proteína que acumula agregados proteicos en un “rincón” de la célula, hasta que la afecta de forma irremediable; provoca los síntomas y luego el fallecimiento.
Pensando en la importante labor científica y social que significa atender este mal, Leyva Gómez y su grupo han desarrollado un medicamento para atacar a la SCA7. Es el diseño de nanoesferas de unos 200 nanómetros, en las cuales se introduce un medicamento llamado rapamicida.
“El cerebro tiene una protección natural llamada barrera hematoencefálica, que dificulta la llegada de agentes externos al cerebro, para protegerlo. Por esta razón es difícil que los fármacos lleguen a ese órgano. Las nanoesferas evaden esa barrera y llevan el medicamento al cerebro, donde atacamos las secuelas de la enfermedad”, explicó en entrevista.
Mientras avanzan a la vez en el conocimiento de la enfermedad y en posibles soluciones farmacológicas para enfrentarla, planean corregir el gen cuya mutación causa la acumulación proteica. Hasta ahora han demostrado el mecanismo de la enfermedad en células aisladas y próximamente lo probarán en un modelo animal. Posteriormente estarán listos para las pruebas en humanos.
Nanopartículas para combatir diabetes
Escobar Chávez desarrolla con su equipo de estudiantes nanopartículas de nueva generación para acarrear un medicamento y combatir la diabetes mellitus tipo 2, dirigido específicamente al páncreas, por lo que logra efectividad con dosis cinco veces menores de medicamento, actualmente en el mercado.
“Lo que se hizo fue generar nanopartículas, que involucran nanotecnología y están hechas con base en polímeros biodegradables que el organismo puede eliminar. Estas van cargadas con un activo en su interior (como si fueran pequeñas cápsulas que no podemos ver por su diminuto tamaño), en este caso un fármaco llamado glibenclamida, que se utiliza para controlar los niveles de glucosa en sangre en pacientes con diabetes”, externó.
La intención, abundó en entrevista, es desarrollar una nueva forma farmacéutica más eficiente de lo que existe en el mercado. “Aunque la glibenclamida ya existe y se da en tabletas, nuestra propuesta es formularla en un vehículo diferente, que serían las nanopartículas para que haya un mejor apego al tratamiento y se aproveche mejor la dosis”.
Estas nanopartículas de polímeros son, en su mayoría biodegradables, y el organismo las puede eliminar. Hasta ahora se han probado in vivo en un modelo de ratas de laboratorio y el grupo se prepara para iniciar protocolos, a fin de probarlas en humanos. Asimismo, está en trámite una solicitud de patente, pues se prevé licenciarla a un laboratorio farmacéutico que la produzca de manera comercial.
Por su tamaño pequeño, las nanopartículas pueden alcanzar, con más facilidad y menos dosis de medicamento, su órgano blanco, en este caso el páncreas, donde se secreta la insulina.
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