Por Héctor Trejo S.

Coneme / De 1902, cine silente, en blanco y negro, dirigida por Georges Méliès, cuyo guion es coautoría entre el propio Georges y Gastón, su hermano, basado en dos historias de la literatura fantástica como son “De la tierra a la luna” de Julio Verne y “Los primeros hombres de la luna” de H.G. Wells, “Viaje a la luna” es una de esas cintas que no pueden pasar desapercibidas cuando se habla de la historia del cine.

Se trata de la primera cinta de ciencia ficción, que si bien es cierto es un cortometraje, pues dura de principio a fin poquito más de 14 minutos… el destacadísimo filme explora una aventura en la luna, impulsada por unos astrónomos que se dan a la tarea de construir una nave espacial y un cañón que les permite impulsarla afuera de nuestro planeta, aunque la nave más parece una bala de ese cañón.
Al alunizar, los científicos se encuentran con seres que llaman selenitas, con quienes viven una aventura. Al final para mostrar sus hallazgos a la comunidad científica, los astrónomos consiguen traer consigo a un espécimen selenita que sirve de prueba de su gran travesía espacial.

¿Pero quién fue Georges Méliès y porqué tanto revuelo por su añejo cortometraje?

Comencemos por entender que Méliès era un empresario de la industria del calzado, de familia pudiente que consolidó su empresa, decidió viajar a Inglaterra para cerrar algunos negocios y allá conoció una nueva ventana del cinematógrafo, el cual conocía gracias a la gran fama de los hermanos Lumiere (Luis y August), a quienes les ofreció adquirir uno de sus aparatos, sin embargo, los franceses se negaron, pues Méliès quería hacer espectáculo del cinematógrafo y ellos lo consideraban un invento puramente científico.
En su viaje por Inglaterra, Méliès conoce a William Paul, un competidor de los Lumiere que había creado un aparato llamado Bioscopo, algo similar al cinematógrafo, pero de menor calidad, pues tenía algunos defectos que para Méliès fueron una bendición, pues les sacó provecho en su narrativa.
Resulta que el bioscopo tenía, entre otras fallas, la posibilidad de poder realizar doble exposición, es decir, regresar la película y volverla a filmar antes de revelarla, lo que se convirtió en uno de sus primeros efectos especiales y por lo que Georges Méliès es considerado el padre de la materia, aunque ese fue solo uno de cientos que generó. Se dio a la tarea de producir fundidos, encadenados, sobreimpresiones, mascarillas, cámara acelerada y tantos otros efectos que hicieron de sus películas una delicia para la época.

Al percatarse de que usualmente las películas eran oscuras, por la calidad rudimentaria de las cámaras, a Méliès se le ocurre la idea de usar la luz del día para filmar todos sus trabajos y crea un estudio de filmación cuyo techo era de cristal, tan solo el vidrio transparente daba cobijo a las cámaras, actores y escenario, con el fin de usar por completo la luz natural, lo cual les dio gran claridad a sus filmes.
Retomando el peso de “Viaje a la luna”, nos hace pensar en la influencia mundial que tuvo, pues se convirtió en el modelo a seguir, fue el iniciador del cine de ficción, que rápidamente retomaron los estadounidenses en el naciente Hollywood y obviamente en toda Europa.
Justamente en Estados Unidos, Edwin S. Porter se vuelve fan de trabajo de Méliès y al año siguiente de presencial la joya de “Viaje a la luna”, presenta “Asalto y robo de un tren” (1903), cuya característica principal es su filmación en exteriores, pero usando efectos de proyección de imágenes en fondos. La cinta es una especie de western de tremenda acción, que por cierto está plagada de efectos.
Así pues, el “Viaje a la luna” propició toda una revolución en el naciente cine de ficción, que hasta la fecha ha tenido buenas repercusiones, al grado de que 57 años después, es decir el 20 de julio de 1969, la misión estadounidense Apolo 11 trascendió de la ficción del maestro Méliès a la realidad colocando a los primeros hombres en la Luna.
Más de medio siglo después de que “Viaje a la luna” fuera un éxito cinematográfico y motivara sueños en los futuros científicos, el comandante Neil Amstrong y el piloto Edwin F. Aldrin llegaron a alunizar, transportados por el módulo Eagle, proeza que fuera transmitida por televisión a más de 600 millones de personas.

Sólo le recuerdo que la imaginación se disfruta más en la oscuridad del cine, así que no deje de asistir a su sala favorita. Para dudas,

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