Por Roxana Hebe Hernández
*Expertas en Trabajo Social, Psiquiatría y Cardiología responden preguntas sobre factores de riesgo en el corazón
Coneme / Pacientes con diagnóstico establecido de depresión y/o ansiedad tienen un riesgo cuatro veces mayor de presentar problemas en el corazón o los vasos sanguíneos. Además, el estrés es claramente un detonante de infarto agudo al miocardio o espasmo coronario; es decir, estrechamiento temporal y súbito de una de las arterias coronarias que suministran sangre y oxígeno a ese órgano, coincidieron en señalar especialistas.
Durante la octava sesión del Foro de Preguntas y Respuestas 2022: Hablemos claramente, organizado por el Departamento de Psiquiatría y Salud Mental, de la Facultad de Medicina (FM) de la UNAM, la jefa del Departamento de Trabajo Social y Admisión en el Instituto Nacional de Cardiología “Dr. Ignacio Chávez” y profesora de la Escuela Nacional de Trabajo Social, Irma Leticia Canela, recordó que la enfermedad cardiovascular es la principal causa de muerte a nivel mundial.
Se desarrolla cuando hay un daño al corazón por cuestiones biológicas, que a veces son genéticas, pero otras por los estilos de vida y factores de riesgo asociados, debido al tipo de actividad de las personas.
Explicó que hay urgencias reales y “sentidas”; en el último caso se trata de, por ejemplo, un dolor en el pecho que nos hace creer que tenemos un problema cardíaco; los diagnósticos de gabinete y laboratorio indican si efectivamente lo hay. Sin embargo, cuando existen síntomas no diagnosticados, como en ese caso, “trabaja” la parte mental y emocional.
De acuerdo con la psiquiatra y profesora de la FM, Karla Vanessa García Mejorado, si bien la enfermedad cardiovascular no se puede definir como psicosomática, varias de sus manifestaciones pueden llegar a serlo.
En ocasiones se presenta estrés postraumático por haber estado en terapia coronaria intensiva; pacientes llegan a consulta psiquiátrica después de haber estado hospitalizados, con recuerdos del cateterismo y de casi haber perdido la vida, y requieren seguimiento. De 20 a 25 por ciento tienen depresión en el primer mes. Además, si el enfermo manifiesta síntomas ansiosos o depresivos y no se detectan, es probable que el apego al tratamiento farmacológico sea menor.
La especialista cuestionó: qué pasa en la psique de un individuo que aun sabiendo que tiene algún padecimiento prefiere “morir contento” y comiendo lo que quiere, a modificar su dieta. Varios pacientes son ansiosos, deprimidos, con una mala red de apoyo, que necesitan que el médico les brinde la información, con empatía.
Situaciones estresantes
Ana Elena Ancona Badillo, cardióloga, miembro honoraria de la Sociedad Mexicana de Cardiología y tesorera de la Asociación Nacional de Cardiólogos de México, adscrita al Hospital General de México, describió:
En el transcurso de la vida se acumula riesgo que en un momento detona en un evento o enfermedad cardiovascular, como un infarto, insuficiencia cardíaca, arritmias y múltiples patologías que llevan a la muerte.
Hay pacientes asintomáticos que se presentan al consultorio con cifras elevadas de presión arterial, o algunos quienes no son hipertensos pero, por estrés, registran una condición hiperreactora que los condiciona a tener una elevada presión; “esa hiperreactividad, a la larga, produce enfermedad cardiovascular”.
En la sesión dedicada al tema de Salud mental y cardiopatías -coordinada por Ingrid Vargas Huicochea- Ancona Badillo detalló que, por ejemplo, la llamada enfermedad del “corazón roto” es una afección a menudo causada por situaciones estresantes, que puede conducir a insuficiencia cardíaca.
Añadió con respecto a la pandemia de la COVID-19, que el deterioro físico y la enfermedad cardiovascular se manifiestan más, en la medida en que una persona tiene mayor cantidad de procesos infecciosos.
La especialista del Hospital Médica Sur, Luz Odette Villegas Pichardo, enfatizó que factores de riesgo como dislipidemia (o niveles elevados de colesterol o grasas en la sangre), obesidad, sedentarismo, factores genéticos y alteraciones endocrinológicas se suman hasta que llega un momento en que se desencadena la enfermedad cardiovascular. Pero esta puede, a su vez, producir enfermedad mental, como depresión y ansiedad.
En estas afecciones hay alteración de sustancias a nivel cerebral que desencadena un fenómeno inflamatorio; la liberación de cortisol y adrenalina repercute en la salud cardiovascular, ya que, por ejemplo, se genera una vasoconstricción que altera las arterias coronarias y eso puede desencadenar un infarto.
Si tenemos niveles elevados de serotonina, hay mayor adhesión plaquetaria y más riesgo de formación de trombos, por lo cual los pacientes pueden tener infarto al miocardio o alguna enfermedad cardiovascular.
Por ello, deben impulsarse medidas preventivas para que llegue el menor número de casos posibles a alta especialidad. Los médicos generales, internistas y psiquiatras deben atender a estos pacientes tomando en cuenta que no son sólo corazón, o no nada más cerebro, sino que ambos aspectos pueden estar influyendo uno en el otro, en forma bidireccional, aseguró.
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