Por Dany García
Coneme / En abril de 2000, la compañía El Tlakuache Teatro de Títeres surgió con el propósito de llevar su arte a todos los espacios posibles, ya sea una muestra nacional, un festival internacional, pero también a una escuela rural o una fiesta infantil, asegura en entrevista su director Ionathan Ruiz.
Egresado del Colegio de Literatura Dramática de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), el director de la compañía afirma que buscan que sus trabajos, más que dejar una moraleja, generen cuestionamientos, que lleven a la reflexión.
“Siempre escogemos temas que nos peguen filosóficamente, que nos pongan como en un punto de cuestión”, ya que, dice, si alguien va a ver una obra, seguramente reirá pero al salir de la función va a tener muchas más preguntas de las que tenía al inicio.
Sobre hacer teatro para las infancias, afirma que es todo un reto, no obstante vale la pena: “Sabemos que los niños son grandes maestros de la imaginación y solo por eso vale la pena seguir haciendo teatro para niños, pues este se convierte en un lugar donde todavía hay esperanza y un momento para imaginar, para reírnos, incluso, de la autoridad”.
Tras concluir sus estudios en la UNAM, Ionathan se instaló en la ciudad de Guadalajara, Jalisco, donde junto con sus amigos Leonardo Santillán y su esposa Jacqueline Franco, y Miguel Ángel Gutiérrez y su esposa Ana Zatarain, deciden formar la compañía con la idea de diversificar y explorar las posibilidades del teatro de figura, incluyendo en sus puestas en escena otras disciplinas como la danza y la música en vivo.
Desde entonces se ha dedicado a la producción, promoción y difusión del arte de los títeres tanto para chicos como para grandes y ha participado en festivales nacionales e internacionales, por ejemplo, en dos ocasiones, en la Muestra Nacional de Teatro: en el año 2016 con Pajarita, un nudo de mariposa y en el año 2010 con Ubú rey, con la que inauguró la muestra.
Junto con su hija, Abigail Ruiz Félix de 10 años de edad, montó la obra Cuenteando, dos números de guiñol tradicional, un espectáculo que se ha convertido en su “caballito de batalla” ya que lo ha llevado a distintas zonas fuera de Guadalajara; en este espectáculo ella pone la música y él da vida a los títeres.
En Cuenteando, dos números de guiñol tradicional, el primero acto trata de un presentador que tiene dificultades para dar la primera, segunda y tercera llamada, y el segundo cuento es un conejo que quiere plantar una semilla y hay un duende que se la quiere robar.
Además de estos, otros montajes con los que cuenta El Tlacuache son: Los horribles talentos, obra infantil de un programa de televisión dirigido por el Conde Drácula, en el que se ve a diferentes monstruos ya sea bailando, cantando, haciendo magia y al final el público decide quién es el ganador.
Otra obra para niños es Que viene el lobo, de la dramaturga española Luisa Aguilar, y trata sobre la búsqueda del ser. Al respecto, Jonathan Ruiz comenta que en los cuentos tradicionales el lobo es el malo, pero si este pequeño lobo no quiere ser el malo, ¿quién podrá ser?, por lo que la idea es imaginar mundos posibles no solo los caminos que los adultos han pensado.
“No quisimos hacer un tercer camino, sino que los niños nos pudieran decir cuál sería. En la obra, el lobo, antes de saber qué va a hacer, le aúlla a la luna que baja a abrazarlo, la idea es imaginar mundos posibles”, explica.
Recientemente, han trabajado en la obra, para adolescentes y adultos titulada El sueño de la marioneta, la cual gira en torno a qué les pasa a los títeres que se quedan en cajas o bodegas.
“Es un poco la idea de pensar que los títeres están hechos para escena, solo pueden vivir a partir de que un animador o titiritero los mueva y un público los observe. Pero cuando no están en escena no están muertos, están como en una especie de limbo, entonces la idea es que ese títere tuvo un momento donde se sintió vivo, hizo conciencia de y después de eso lo guardan; entonces un poco es como meternos al sueño de este títere, que quiere actuar otra vez, para sentirse vivo”, explica.
Por último, el director de El Tlakuache Teatro de títeres comenta que próximamente volverán a programar Zorbas. El poder de las promesas, una adaptación que él mismo realizó del libro La historia de la gaviota y el gato que le enseñó a volar, de Luis Sepúlveda.
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