Por Lic. Alberto Woolrich Ortíz
Coneme / El equilibrio, la tradición y la seriedad de épocas ya idas, se han roto en ésta Cuarta Transformación de la Nación, ahora entregada a adivinar el pensamiento y acción del C. Presidente Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos, Andrés Manuel López Obrador; con el objeto de romper con la usanza de la no reelección, sino incluso a propiciar un escenario político jurídico para que ello así acontezca, por medio de su acusación de traición a la patria en contra de los señores diputados de su oposición.
El gracioso y bufón Mario Delgado, Presidente del Movimiento de Regeneración Nacional, al parecer resulta el adalid, conductor y propiciador de ésta infortunada y desgraciada misión política, que viola la esencia y espíritu de nuestra Constitución Republicana, al igual que los más elementales principios de la correcta interpretación de nuestra Norma Constitucional.
Al respecto de lo antepuesto, solía decir Jonathan Swift escritor satírico irlandés, autor de “Los viajes de Gulliver” que: “La ambición suele llevar a los hombres a ejecutar los menesteres más viles: por eso para treparse adopta la misma postura que para arrastrarse”.
Lo más delicado y grave de lo hasta aquí expuesto, radica en que al parecer pretenden hacer efectiva la tendencia a perpetuarse en el puesto público de elección popular. Contraviniendo con ello lo dispuesto en el espíritu de la Carta de Carranza, el cuál estableció de manera muy clara la “no reelección”.
Viajemos a 1917.
Las discusiones de nuestros Diputados Constituyentes que dieron origen a nuestra Constitución Política versaron y los inspiraron a evitar e impedir el abuso del poder.
El proceso explicativo de esas tendencias se inicia en el voto popular, cuya violación vicia en su origen la elección del Presidente de los Estados Unidos Mexicanos, aquí basta sólo recordar el antecedente de Porfirio Díaz. De éste modo el ardid de Andrés Manuel López Obrador, Mario Delgado y todos sus secuaces y comparsas, pretenden dar inicio a suplantar el autentico espíritu de la Carta Magna para adueñarse del poder con menosprecio de la voluntad del Poder Constituyente.
En contra de esas necias y arbitrarias tendencias el alma y brío de la Carta Magna, levanta a manera de dique de contención y, con el objeto de suprimir las ambiciones de nefastos del poder el principio jurídico constitucional de la “no reelección”. Principio absoluto para el Presidente de la República, quien jamás podrá ocupar el mismo puesto.
El espíritu de la “no reelección” pretendió y obtuvo el finiquitar un fenómeno político que tuvo su raíz en los vicios en los que incurrieron ciertos gobernantes de aquel entonces. La prohibición de la “no reelección” se enderezó a impedir la perpetuación en la presidencia de la República, precisamente porque quien ocupa ese sitial, es el que alcanza más poder para pisotear la ley.
La historia nos suministra el ejemplo de lo acontecido con Porfirio Díaz y el derramamiento de sangre para evitar una vez más su reelección.
Nótese pues, que la contención levantada por la Constitución para impedir la permanencia indefinida en el poder es excelsa.
En fin, esto es a grandes rasgos lo que en éste orden de ideas acontece hoy, en nuestra Cuarta Transformación de la República.
¿No será ya tiempo de exigir, de una vez por todas, el respeto a la Carta de Carranza?.
Es cuanto.