Por Lic. Alberto Woolrich Ortiz
Coneme / Se dice y se dice bien que en la depravación de la justicia por la cuál atraviesa la Fiscalía General de la República, existe un adverso que es la honorabilidad, el conocimiento, la dignidad y el amor por México que tienen contados Agentes del Ministerio Público de la Federación. Éste generoso impulso para la justicia y la institución, siempre ha sido característico en togas de decoro y pundonor, se ha despertado dado el incorrecto actuar de Alejandro Gertz Manero, al negarse a indagar el fenómeno de la narco-justicia.
Contados y honorables agentes del ministerio público ante tan inusitado problema de ser omisos para indagar a la narco-política, tuvo por fin un acto de constricción, que aún cuando no deviene en remedio inmediato, cuando menos permite la posibilidad de que un rayo de luz de justicia penetre en la dramática obscuridad por la cuál atraviesa la Representación Social Federal.
Las actas de averiguación previa de la narco-política necesitan de agentes del ministerio publico decentes, incorruptibles, autónomos, doctos y valientes, no sólo con talento jurídico, si no incluso con el necesario coraje de impedir recomendaciones y presiones políticas, que las mas de las veces han impedido que prevalezca la justicia.
Se tiene que escoger para tan gigante empresa al abogado o abogada perfectos del sistema, ese o esa que sepa lo que es procurar justicia con honestidad, para que como moderno Luis Cabrera, investigue la médula de un problema de corrupción que se arrastra desde la época de Carlos Salinas de Gortari.
La investigación de los actos criminales de la narco-política, de los cuales desde añejo conoce la Procuraduría General de la Republica hoy Fiscalía, debe recaer en abogados que sepan y que conozcan lo que es procurar justicia con lealtad a México, además que sean especialistas en detectar la impronta del delito, que tengan la experiencia y el talento para dirigir adecuadamente a un grupo de policías de investigación probos y viriles, que conozcan además las entrañas de lo que es procurar justicia, cualidades adecuadas por sí mismas, que les impidan caer en actos de corrupción, que no busquen además, tener acceso al poder en el futuro.
En el acto de arrepentimiento asentado en líneas antepuestas, hay muchos abogados y señores agentes del ministerio publico, todos ellos eminentes juristas que desde luego son aplaudidos sin reserva alguna por la Academia de Derecho Penal del Colegio de Abogados de México, A.C..
Tal parece que con ese fenómeno de arrepentimiento se ha rectificado el rumbo para proveer justicia para nuestro México.
Los togados que sean seleccionados para tan histórica encomienda, deben de contribuir con todos sus conocimientos a reivindicar la institución que fue orgullo de México.
Ojalá los tiempos del neoliberalismo y de las omisiones de la Cuarta Transformación de la República cambien, se modifiquen y, que el poder del narcotráfico que se infiltró en nuestras instituciones de procuración e impartición de justicia, ahora sí, sea encarcelado a través y por la vía de la ley, de los derechos humanos y de la Constitución Política.
Si así no aconteciera, el acto de arrepentimiento apuntado, no sólo quedará como el reflejo de una fallida intención y un mal gobierno.