Por Alberto Woolrich
Coneme / En cuestiones de justicia, a la parte opuesta se le llama también la adversa o incluso, la contraparte. En pendencias o altercados de política mañanera, a la parte antagónica se le llama fifí, conservador, enemigo, opositor. Unos calificativos deprimentes e innecesarios. Claro está que en justicia y política es normal no adular a quien pretende todo lo opuesto a lo que queremos, a lo que pensamos, a lo que argumentamos. En el ámbito de justicia si reclamamos una acción nuestra contraria hará valer una excepción. La verdad es que si llamamos “la adversa” es porque somos muy respetuosos del contrario.
Pero en materia de política mañanera no se justifican los apelativos denigrantes e infamantes.
Pero, en fin, la cultura nos lleva a los juristas a dirimir nuestras discordias o controversias en los tribunales de justicia y no en tribunas mañaneras, con golpes bajos, acordes con las ocurrencias del Presidente de la República.
La única profesión que cuenta siempre con un adverso es la de abogado. Sólo los políticos, si es que a ellos puede llamárseles profesionistas, cuentan entre sus adversarios con partidos políticos. En la actualidad a quién no está acorde con el modo de gobernar de Andrés Manuel López Obrador se le califica como opositor, como enemigo. Esos políticos ignoran, como ignoran muchas cosas, que una vez que asumieron su mandato el principal objetivo es crear un clima de confianza para unir a la Nación. Los abogados tenemos como elemento normal en el que nos movemos, la lucha, la contienda, la contradicción de pensar, el antagonismo y el litigio. Por eso, tenemos contrario, a los políticos no les es dable ello.
La consecuencia habitual del actuar de Andrés Manuel López Obrador, en su función de Presidente Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos, es la generación de odios y aversiones o, en el mejor de los casos, de antipatías, críticas y aborrecimientos. Estos señalamientos se han extendido en todo el pueblo de México.
Los abogados jamás culpamos de todos los males a nuestros hermanos de profesión. Si tenemos la razón en nuestra acción y/o excepción el juez nos la concede y si ello no acontece así la recurrimos, nos inconformamos, pero no desertamos, no injuriamos, no descalificamos; en su caso, hacemos valer, con base en la ley, nuestros recursos.
Andrés Manuel López Obrador, a contrario sensu, envenena el ambiente, él es el único responsable de la confronta existente entre los mexicanos. Él es el responsable directo de que no se alcancen los acuerdos que México requiere para elevar el vuelo. El ambiente hostil lo adereza desde su palestra tempranera.
Por todas las antepuestas razones, es de suma importancia para los abogados que el Presidente de la República respete y haga respetar las normas contenidas en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, a fin de lograr que el nombre de México ilumine a la comunidad nacional y perdure ante el concierto de las naciones.