Por Gabriela Arvizu
*El aumento de temperatura, además de lluvias erráticas y discontinuas, disminuye el crecimiento de algas para la coloración, afirmó *Afecta muros de los monumentos arqueológicos de Chiapas, principalmente regiones mayas.
Coneme / El aumento de la temperatura y una temporada de lluvias indefinida (ahora son “erráticas, intensas y discontinuas”) causan que el intemperismo físico afecte más a los monumentos arqueológicos. “Antes tales efectos eran atemperados por las algas, que evitan el golpeo de la lluvia, absorben y mantienen un gradiente permanente de humedad”, afirma el profesor de la Facultad de Ciencias (FC) de la UNAM, Eberto Novelo Maldonado.
Al cesar las precipitaciones y aumentar la temperatura, ocurre una evaporación súbita y poco a poco se presentan fracturas en las construcciones. Las juntas de las rocas, principalmente de estuco, son atacadas directamente por el “intemperismo climático”.
De la capa de crecimiento de las algas sea menor, seguramente afectará la estabilidad o la textura de los edificios, advirtió Novelo Maldonado, del Laboratorio de Algas Continentales, Ecología y Taxonomía de la FC.
En el sureste hay construcciones elaboradas con roca caliza que podría disolverse con demasiada agua. Pero las inundaciones no han afectado zonas arqueológicas importantes o con afluencia turística, comentó el especialista.
Sin embargo, en las regiones áridas el cambio climático y el viento que lleva arena, arenisca o partículas orgánicas, las degrada al golpearlas. “En las zonas tropicales eso no ocurre gracias a la cobertura vegetal, y en zonas más abiertas, como Teotihuacan, no hay vientos extremadamente fuertes que erosionen continuamente las pirámides del Sol y de la Luna, así como otras edificaciones”, explicó.
El experto expuso que en el norte hay monumentos históricos importantes, aunque no espectaculares como los del centro y sur del país. Ubicados en zonas áridas, son sitios arqueológicos y con pinturas rupestres que datan del inicio de la colonización del territorio nacional. “Todo el país está lleno de estas zonas arqueológicas”, desde el norte, con vestigios de los primeros pobladores, hasta Chiapas, Quintana Roo y Yucatán.
Para su conservación se aplican protocolos específicos con el fin de evitar el deterioro causado por algas, hormigas, murciélagos, gusanos, incluso turistas que los tocan y engrasan.
Incluso, grandes urbes como Bonampak y Palenque no están descubiertas en su totalidad. Esta última, por
ejemplo, sólo está expuesta de 15 a 20 por ciento de su extensión. Era una ciudad inmensa, pero sólo está abierta la zona central, el núcleo que contenía los grandes palacios, finalizó el especialista en algas continentales que crecen en las pirámides del sureste mexicano.