Por  Alberto Woolrich

Coneme / La justicia de la Cuarta Transformación de la Nación vale con mucho otra recordación.

Bien decía el ilustre tratadista italiano Leonardo Sciascia quien defendía en sus ensayos la moral de la razón frente a la desintegración y el caos propugnados por la mafia: ‘’Hay que alimentar, pese a todo, nuestras esperanzas en la justicia’’.

En efecto, a través y por medio de ese milagroso camino de fe en la justicia,se establece, solidifica y finca una relación inquebrantable que une no solo fuerte, sino arrolladoramente a nuestra Constitución Política con la búsqueda de la verdad. Ahí no solo se afirma y refuerza la unidad de la democracia en nuestra Republica, sino que se expande el engrandecimiento de nuestra Nación.

Como ya se dijo en añejas colaboraciones publicadas en el presente espacio informativo México tiene y cuenta con una profunda e improrrogable necesidad de justicia, rigor y dignidad institucional. México también vive en una profunda crisis de desconfianza en las instituciones del Estado encargadas de proveer, procurar, impartir y administrar justicia. Muy a pesar de la opinión en contrario que a la fecha sostiene el Presidente

Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos y muchos de sus funcionarios nombrados por él, pese a todo ello la justicia y las instituciones vinculadas con ella, no se han podido librar de ese receló y deshonor.

En verdad que las resoluciones, judicializaciones, determinaciones, acuerdos, sentencias u opiniones emitidas por múltiples agentes del ministerio publico, fiscales, jueces, magistrados y ministros del entorno de procuración e impartición de justicia llenan millones de cuartillas muy densas e injustas y en la mayoría de ellas se plasman arbitrariedades, abusos de poder, trafico de influencias, incorrectas aplicaciones de la norma, injusticias y muy largos etcéteras.

Verdad es también que en dicho ámbito sigue prevaleciendo la corrupción y protección a la delincuencia, lo cual impide una efectiva garantía de los derechos y libertades de los mexicanos, dando como consecuencia que la letra de la ley sea letra muerta y no se le de valía a la escritura y espíritu de nuestra Carta Magna. Y es verdad, así mismo, que hasta la fecha nuestros recintos de justicia (con muy honrosas exepciones) se han comportado con carencia de ética profesional e incongruentemente, ello en prejuicio de nuestro México.

Tanta suciedad, indecencia, inmundicia, basura y corrupción prevalece en nuestros tribunales, agencias del ministerio publico, fiscalías, tanto descredito acumulado y ganado a pulso han creado un dique de contención a la justicia y pese a ello el Foro Independiente de la Republica, sigue manteniendo sus esperanzas en ella. No obstando para ello que se le siga brindando impunidad y protección a la narco-política.

Cuando el Emperador Romano Marco Ulpio Trajano, proveniente de familia indígena entrego a Pretorio la espada símbolo de la justicia le expreso bien claro: ‘’Úsala en mi favor si gobernara con justicia y, si no, contra mi‘’.

Andrés Manuel López Obrador, la Academia de Derecho Penal del Colegio de Abogados de México A.C. hoy te recuerda que en esta Cuarta Transformación de la Nación, Trajano es el pueblo y la espada es nuestra Constitución Política. Decide ¿cómo la usamos?.

Es cuanto.