Por Dany García
-Le gusta crear dibujo, pintura, escultura, grabado, buscando mecanismos de producción y dejándose llevar por su intuición
Coneme / “Siempre estoy jugando, poniendo colores y viendo lo que pasa a mi alrededor. Me importan los temas sociales y descubrir la belleza en cualquier materia: en un gesto, en la literatura, la música, el cine y de ahí germinan mis pinceladas”, afirma en entrevista Lucio Santiago López, artista plástico oaxaqueño. El creador platica que, desde niño, no hacía más que observar, viajar y nutrirse de la pintura que generaba entonces su padre, el pintor Alejandro Santiago Ramírez (1964-2013).
“Fue una casualidad mi iniciación en la pintura”, destaca el artista, porque a pesar de convivir con el arte de su padre, su afición por la música era mucho más grande. Fue por azares del destino y en esa rebelión de juventud, de una visita a Xalapa con un grupo de amigos, que terminó haciendo una residencia de tres años en la Ceiba Gráfica Xalapa, donde aprendió litografía, grabado y dibujo.
Le gusta leer manuales y el aprendizaje ha sido fácil para él como autodidacta, pues más que estar en un aula, ha estado en talleres de litografía en Argentina, Francia y Estados Unidos conociendo técnicas e investigando “no es nada diferente a estar en una academia, solo que tú organizas tus tiempos para la investigación y el aprendizaje” y agrega, “tengo buena retención y cualquier cosa que veo la plasmo, siento que es parte de mi forma de ser, parte de mí, lo traigo en la sangre”.
Recuerda que al inicio hacía cosas muy abstractas y funcionaban, atribuye esto a que desde su temprana infancia fue formándose en el arte, al estar con su padre y también recorriendo museos. A Lucio le gusta crear de todo, dibujo, pintura, escultura, grabado, siempre buscando mecanismos de producción y dejándose llevar por su intuición; con el objetivo de no encasillarse, siempre está en constante experimentación.
Lucio Santiago nació el 10 de febrero de 1987, en la ciudad de Oaxaca de Juárez y aunque su relación con el arte la tuvo desde la cuna, es apenas en 2007 cuando realiza su primera exposición individual titulada Paisajes Urbanos, en la Casa de la Cultura Oaxaqueña. Ha sido invitado a exponer su trabajo en diversos países como Italia, España, Japón, Alemania, Argentina y en México en diferentes galerías en exposiciones individuales y colectivas, además de colaborar con su padre Alejandro Santiago en el proyecto 2501 migrantes en 2013.
Actualmente es director del Taller La Huella Gráfica, el cual fundó junto con la ayuda de su papá en 2008. El Taller se especializa en la producción gráfica y la mayor parte de las cosas que se realizan es en coedición con artistas, además de realizar cursos y talleres. Está abierto al público.
Recuerda que, en los inicios del taller, llegaban amigos de Xalapa, CDMX, Estados Unidos y otras partes “así empezó a funcionar, nunca hemos cobrado, todo es en coedición. Lo interesante de aquel entonces es que tenía la oportunidad de invitar a amigos jóvenes emergentes que trabajaban con el apoyo de los grandes maestros, generando de manera conjunta muy buenas obras para ser vendidas y así poder invitar a más gente joven y coeditarla. Era interesante esa dinámica de trabajo productivo”.
Comenta que actualmente la forma de trabajar debido a la contingencia sanitaria por la COVID-19, cambió radicalmente, sin embargo, no ha parado en ningún momento la producción de obras, aunque funciona como taller móvil “procuramos mantener un ambiente agradable, buscamos la perfección de la técnica y no nos estancamos en la idea solo de la producción, sino siempre con la exigencia de hacerlo bien y creo que eso es lo que les gusta a los artistas, sobre todo a los más los jóvenes; somos quisquillosos”.
Actualmente se prepara para la exposición “En la pequeña tienda de los horrores”, que en próximas fechas se podrá visitar en la Casa de la Cultura de Puebla, se basa en la película del mismo nombre filmada en los años sesenta. Comenta que esta película será representada a través de 21 cuadros de formatos grandes de 2×2 m., de 3×1.50 y 1.70×1.50 “son formatos grandes y divertidos. El argumento de la película es de una planta que es alimentada con sangre, entonces estoy pintando plantas carnívoras y todo eso que va de una ficción, está interesante y muy divertida”, agrega.