Por Héctor Trejo S.
Coneme / La historia siempre ha sido de los ganadores, son quienes la cuentan, quienes la construyen y la modifican. Hoy le quiero contar un pedacito de la historia moderna, que no ha sido tan famosa, aunque tiene un tinte humanitario y bello, a pesar de que es consecuencia de la que quizás ha sido la mayor catástrofe nuclear del mundo. Los hechos los narra el cineasta argentino Ernesto Fontan, en su documental “Tarará, la historia de Chernobil en Cuba”.
Comenzaré por contarle que se trata de una historia de vida o mejor dicho de vidas de niños rusos, que fueron afectados por la explosión de la tristemente célebre Central Nuclear y que, orillados por la falta de presupuesto médico de su país, reciben la luz por la noticia de que el comandante, Fidel Castro abre un programa de apoyo a los afectados, poniendo por delante al principal capital profesional de Cuba, es decir, los médicos.
En 1990, momento económico más crítico de su historia por la caída del bloque socialista, la Isla, recibe para dar tratamiento a 26 mil niños (con sus familias) a lo largo de 20 años, a quien ofrece un espacio llamado “Tarará”, que se convierte de una zona habitacional de descanso en un hospital infantil donde son atendidos los pequeños. La fuerza narrativa de este documento visual, además de los testimoniales crudos de la situación que vivieron los niños en su país de origen por la falta de atención médica, se centra en dos personajes Alexandr y Vladimir, quienes viven una recuperación y se enamoran de la calidez de los ciudadanos cubanos que los rodean y van contando sus años de la Isla, rodeados de juegos, mar y actividades recreativas, que permitían aligerar el tratamiento médico.
La fuerza del personaje más emblemático de Cuba, Fidel Castro, condimenta un coctel lleno de emociones encontradas, que impacta en el espectador, aderezado con fragmentos de discursos, frases célebres y referencias de la incidencia de la medicina cubana en todo el mundo. Por si esto fuera poco, la música, que contextualiza a las entrevistas de personajes como Silvio Rodríguez, Aleida Guevara (hija del Ché), Roberto Fernández Retamar o Ignacio Ramonet, lleva cordial al público, durante los 70 minutos que dura, incluso, haciendo perdurar la atención hasta el último minuto de los créditos, que se disfrutan tanto, por los acordes que los sonorizan. El filme, estrenado en la red durante la 8va. Semana del Cine Documental Argentino tendrá su corrida comercial a partir del 2 de septiembre en la plataforma Cine.ar, especializada en contenidos argentinos, tanto estrenos como clásicos. Sin duda, un filme sumamente recomendable, lleno de una poética visual, musical, lírica y discursiva que le llenará la pupila y le va a dejar un agradable sabor de boca. Apto para toda la familia.