Por Crispín Barrera Ponce
Coneme / La forma en que los padres responden para afrontar la pandemia será la misma que los hijos tendrán ante situaciones adversas, ejemplificó María Teresa Monjarás Niños y adolescentes padecen ansiedad, depresión, frustración, incertidumbre, dificultades para dormir, ira y estrés postraumático. La exposición a situaciones adversas en la infancia y su acumulación favorece el deterioro de la salud mental de los individuos, incluso algunos estudios consideran incremento en la afección de ésta, de ahí la importancia de promover un afrontamiento funcional desde etapas tempranas, afirmó María Teresa Monjarás Rodríguez, de la Facultad de Psicología (FP) de la UNAM.
Al impartir la conferencia “Salud mental en preescolares durante la pandemia”, refirió que en los grupos etarios se observa incremento en los rasgos explosivos, aunque específicamente en la edad preescolar los problemas de atención también aumentaron de manera significativa. En ese sentido, indicó que los actuales preescolares serán los jóvenes del futuro; sin embargo, el aumento en los problemas de su salud mental puede agravarse al llegar a la edad adulta si no se les brinda tratamiento o atención especializada oportuna. La académica de la FP resaltó que el estrés y su afrontamiento (reacciones fisiológicas que preparan al organismo para la acción ante situaciones adversas) podrían hacer la diferencia para evitar problemas subsecuentes. Destacó que 32 de cada 100 niños y niñas tienen de cero a cinco años de edad, por lo que esta población implica un reto para el Estado y la sociedad mexicana a fin de garantizarle oportunidades para su desarrollo y, además, su salud mental.
Monjarás Rodríguez expuso que durante la pandemia, niños y adolescentes han manifestado afectaciones emocionales, principalmente ansiedad, depresión, frustración, incertidumbre, dificultades para dormir, ira y estrés postraumático. Al respecto, consideró que los preescolares se encuentran en una etapa egocéntrica donde lo más importante son ellos y el confinamiento les dificulta un poco ver al otro. En esta etapa “es donde empiezan a adquirir estas habilidades sociales; sin embargo, en estos momentos no tienen a otros para practicar sus habilidades que se encuentran en desarrollo”. En tanto, los adolescentes viven un periodo en el que buscan su propia identidad, pero el confinamiento no les ha permitido relacionarse con sus pares, abundó. La universitaria destacó que como resultado de una encuesta realizada en línea en 2020 y 2021 a padres de familia de 281 niños preescolares, de tres a seis años de edad, se observaron puntuaciones por arriba de la media en temas como ansiedad, depresión, aislamiento y problemas de atención.
No obstante, precisó, es necesario realizar estudios puntuales que permitan comparar en el tiempo si es significativa la diferencia en la situación actual de la pandemia y en otros periodos. Aunque la emergencia sanitaria por el coronavirus también puede ser una oportunidad para generar estrategias y salir fortalecidos, se ha demostrado que los niños aprenden y adoptan prácticas de afrontamiento de sus padres a principio de su vida. Entonces, la forma como los papás los ayuden a enfrentar la situación actual se relaciona con el afrontamiento que tendrán los preescolares a lo largo de su vida.
Por ello, dijo, “es necesario monitorearnos como padres, es decir cómo estamos reaccionando ante esta situación de pandemia y de encierro, la forma en que respondo será la misma en que nuestros hijos lo harán ante situaciones adversas, por lo que esta es una oportunidad para modelar a nuestros hijos con estrategias de afrontamiento más funcionales y adaptativas”. Destacó que “se ha visto que las prácticas de crianza positivas contribuyen a disminuir problemas internalizados y externalizados en preescolares”. La académica de la FP puntualizó que es necesario acudir a especialistas en psicoterapia infantil cuando se detectan cambios repentinos de conducta y en el estado de ánimo que les ocasionen problemas escolares, sociales o familiares; cuando hay un duelo patológico por figuras parentales significativas; o bien, al presentar dificultades para dormir, disminución de apetito significativo que le provocan otros problemas de salud que afectan la funcionalidad del menor.