Por Alberto Woolrich
Coneme / La Academia de Derecho Penal del Colegio de Abogados de México, A.C., no sale de su asombro al constatar que hora tras hora la Fiscalía surrealista a cargo de una Sierva de la Nación, ha perdido totalmente el rumbo de la justicia y con un absoluto desprecio a los principios torales de nuestra Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, ha ordenado, consentido y propiciado un cateo al domicilio de un joven abogado penalista, con el pretexto artero de buscar a un evasor de la justicia, de reciente fuero perdido. Esa lamentable actuación ministerial en cuestión de segundos la ha mostrado como una contumaz violadora de normas, de las que debiera ser una aguerrida defensora.
El viernes trece de agosto, para ser exactos, por medio de redes sociales e información de los principales noticieros de ésta Ciudad Capital, nos hemos enterado que las huestes de la Fiscalía de ésta Capital, con el definido propósito de violentar las garantías constitucionales de un joven abogado defensor, ordenó se solicitara un cateo, con lujo de fuerza a un domicilio familiar, donde según se dijo se encontraba un delincuente sexual que sufre el encono de esa paladín de la justicia, y como le salió contra producente su genial idea, se encendió su cólera maniobrando con singular ineficacia para tratar de justificar su yerro y, que ese garrafal error al ser visto a la luz de su ineficacia dio génesis a una polémica de la prensa, criticando su artera y desconcertante actuación.
Esa pilar de la estrategia jurídica para procurar justicia, no sabe o no quiere saber que existe un precepto constitucional, que permite a la abogacía, la defensa aún de torvos delincuentes. Pero ello no le importó. La muy ilustre rusticidad de la fiscal para indagar, cuenta entre sus más cercanos colaboradores a “eminentes” juristas “torturadores” que ejercen funciones que avergonzarían al propio Adolfo Hitler, con una “SS” agrupada dentro de su fuerza policiaca, los cuales con marro en mano allanan viviendas, lo que merece pasar a la historia negra de la arbitrariedad.
Ese engendro jurídico rompió, una vez más y para no variar con el espíritu del Pacto Federal y con las promesas efectuadas por la Cuarta Transformación de la Nación. Cualquier agente del ministerio público, al protestar el cargo que detenta, juró respetar y hacer respetar la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos y las leyes que de ella emanen, sin embargo, fueron ellos los primeros en violentarla y además con escándalo público.
La Academia de Derecho Penal del Colegio de Abogados de México, A.C., y toda la abogacía que conoce de estos menesteres, le piden cese Usted de cometer tropelías amparadas en su ley de actos de arbitrariedad. Sus acciones de ignominia sólo las aplauden a rabiar sus corifeos y quienes viven del escarnio, que manirroto reparte con prodigalidad a todo aquél que obedezca sus luminosas concepciones para procurar justicia. Nunca antes en la historia de esa fiscalía se han tenido unos agentes del ministerio público tan especiales, y si no que se lo diga el joven abogado que fue intimidado, tan maltratado de palabra y de facto.