Por Alberto Woolrich
Coneme / A raíz de una muy reciente colaboración publicada y difundida por éste gentil medio informativo, intitulada “no a la militarización”, dilectos, muy respetados y queridos amigos pertenecientes al Fuero de Guerra, me han solicitado que escriba unas líneas, que posiblemente engrosarán a otras, en las que hable del ejercito de hoy y el ejército de ayer, que haga saber las diferencias entre el uno y el otro. En razón a esa añeja amistad que me une con ellos, procedo a satisfacer su pedimento.
Honrar. Honra. Por ello vayan estas líneas dedicadas al uniforme verde olivo de todas las épocas. Al uniforme del ejército mexicano, no al del ejército político. Por principio de cuentas tenemos que saber que el Fuero de Guerra es más grande que algunos generales de cinco estrellas, que su uniforme no sólo enaltece sino enorgullece a quienes lo portan con honor. Ahí la primera diferencia. Ahora los soldados de honor tienen que saber y percibir que se enfrentan a futuros errores y una vez que lo perciban modifiquen su rumbo hacia el porvenir. Otra diferencia con el uniforme de ayer. Desde el pasado siglo, hasta ésta Cuarta Transformación de la República, el color verde olivo ha cimentado mucho en la historia de nuestro México, el México de ellos y el México de nosotros que es el mismo: Una gran coincidencia.
Recordemos:
Las causas remotas de nuestra democracia mexicana, nacieron gracias a un abanderado de la no reelección. La actuación del uniforme verde olivo, en sentido adverso de quienes quieren argumentar lo contrario, impuso un nuevo orden de cosas, el cuál cristalizó con nuestra Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos. Gracias a ese movimiento de libertad de 1910, ese característico uniforme logró una transformación política del País evitando injerencias de sutil requisitoria para seguir dañando a México. ¿Se percibe alguna diferencia?. Venustiano Carraza en aquél decreto impreso, comunicado y observado, dado en Saltillo en aquél 19 de febrero de 1913, puso las bases legales para al nacimiento del actual Ejercito Mexicano, con soldados nacidos de las mismas entrañas del pueblo. México dio inicio a la histórica epopeya de la revolución en la que Carranza luchaba por la legalidad. Sin comentario.
Corramos el tiempo:
En sus esfuerzos por convertir a los soldados de honor en un organismo apolítico, el Señor Presidente de los Estados Unidos Mexicanos, Don Venustiano Carranza intuyó, comprendió y en consecuencia actuó para institucionalizarlo y hacerlo profesional, por lo que el 20 de julio de 1916, creo un decreto en su carácter de encargado del Poder Ejecutivo, mismo que tendría por objetivo: preparar a jefes y oficiales en el servicio completo a favor de la Patria y alejándolo de fines políticos. Ahí otra diferencia.
Luis Cabrera, el gran jurista, en su obra “Herencia de Carranza”, editada en 1920, citó grandes conceptos sobre la preocupación del Presidente Constitucionalista, entre ellos dijo: “Que ninguna nación extranjera tuviera injerencia ni pudiera influir en nuestros asuntos interiores”. Con ello cabe apuntar que el ejército mexicano tuvo una brillante actuación debido a que un grupo de distinguidos militares, que en su momento representaban el uniforme verde olivo, colaboraron en forma destacada en la elaboración de nuestra Constitución Política, la cual los designó “Garantes de la Soberanía Nacional”, pregunto ¿Se percibe alguna sutil discrepancia con la presente época?
El Ejercito Mexicano desde siempre ha sido y debería seguir siendo el depositario de la dignidad de la Patria y sería de desear que ese uniforme verde olivo no olvide nunca que la política no debe ser nunca mezclada con las páginas de gloria de ese uniforme. El Ejercito Mexicano tiene la enorme responsabilidad de mantener la tranquilidad y el orden interno, bajo el imperio de la Constitución a fin de preservar nuestras instituciones, su convicción le impide alianzas con la política.