Por Crispín Barrera Ponce
-Muchas gracias. Quisiera, primero darles la bienvenida a todos.
Coneme / Y mis primeras palabras son para felicitarlos y, a través de ustedes, a todos los abogados del país por el Día del Abogado. Quisiera saludar, con respeto, al doctor Gilberto Farías, presidente del Colegio Nacional de Abogados Penalistas. Al doctor Jorge Reyes Peralta, expresidente del Colegio Nacional de Abogados; a juan Guillermo Ruiz; al doctor Roberto Vidal. Al licenciado Óscar Bernache, que acude con la representación del Fiscal General; y a todos ustedes de manera personal.
Buen día a todos y todas.
Antes de compartir mi mensaje, permítanme extender una felicitación, pero, además, reitero mis respetos y mi máximo reconocimiento a todas las abogadas, a todos los abogados en este Día. Porque elegir esta vocación por la búsqueda del bien común y de la justicia, como misión de vida es encomiable. Y quiero aprovechar la conmemoración del Día del Abogado para hablar del insustituible papel que nuestra profesión está llamada a cumplir en la sociedad y de cómo estos tiempos son una enorme oportunidad para repensarla.
Hoy es un Día para celebrar nuestra profesión, sin duda; pero también uno, para reflexionar sobre el papel nuestro y de esta profesión en el mundo, como el que vivimos ahora. Es tiempo de que los abogados, las abogadas, estemos abiertos a evolucionar, a innovar la forma en la que nuestra labor contribuye al desarrollo nacional, a la transformación de la democracia, al cumplimiento del derecho, a la impartición de justicia.
Esa evolución sólo será posible si nuestro trabajo se vuelve, se convierte en puente y no barrera, para hacer posible el acercamiento de las personas a la justicia. Si logramos que el derecho sea una noción más cercana a su esfera cotidiana de la sociedad y si usamos las herramientas de nuestra profesión para convertirnos en agentes del cambio social que vive México.
En ese sentido, es oportuno recordar que las reformas constitucionales que esta Legislatura ha impulsado y que ya están promulgadas, han marcado grandes retos, tanto en lo académico, en lo cultural, como para todos aquellos que nos dedicamos a esta profesión. Hemos modificado la Constitución, hemos aprobado nuevas leyes, hemos modificado códigos y cuerpos normativos para mejorar la justicia en nuestro país.
Las nuevas normas que se han incorporado a nuestro sistema y ordenamiento jurídico mexicano, son vastas, son profundas y es un gran desafío para nosotros litigar y aplicar la norma jurídica concreta al asunto concreto. Los abogados en el país hemos perdido espacio, tenemos que hacer una autocrítica. Hemos sido desplazados en las últimas décadas y ahora el abogado es simplemente un auxiliar de los órganos del Poder.
Yo recuerdo, en el postgrado, en la UNAM, maestros como Burgoa, o como Fix Zamudio, o como Jorge Carpizo, que de manera cotidiana insistían en recuperar el prestigio del abogado. Aquel que no sólo sabía derecho, sino sabía filosofía, ética y convicción, incluso quijotesca de la impartición de justicia.
Ahora tenemos cuerpos colegiados disímbolos, algunos buenos abogados como impartidores de justicia, o integrantes de los órganos de justicia, pero también unos no tan buenos. Tenemos órganos de impartición de justicia cuestionados y tenemos órganos de impartición de justicia que no están a la altura de las exigencias del país, pero también los hay buenos, dedicados, honestos.
La generalización contra los jueces, contra los abogados o contra los integrantes de órganos del Estado, no podría hacerse porque cuando generalizas, corres el riesgo de actuar con torpeza; no puedes generalizar. Por eso este Día, Día del Abogado, hago un llamado a todos los abogados a recuperar nuestra función; ustedes que son expertos en una disciplina difícil, la penal, quizá donde esté la tentación de mayor corrupción, y la más complicada y tensa para los que se dedican a este ejercicio del litigio cotidiano.
Por eso me alegra estar presente aquí con ustedes en la inauguración de este evento protocolario, sobrio y solemne, este Día tan especial del Abogado. Y voy a dejarle más tarde, por protocolo y formalidad, la presidencia de esta reunión al senador Eduardo Ramírez, porque él es el presidente de la Mesa Directiva.
Están ante las dos principales figuras formales de la Cámara de Senadores: el presidente de la Mesa Directiva y un servidor, presidente de la Junta de Coordinación Política, y por eso me alegra que nos hayan reunido a la toma de protesta de su nuevo Comité Ejecutivo Nacional y junto con ellos celebrar el Día del Abogado en el país, de celebrar y recordar nuestra profesión y nuestra función. Todos los que somos abogados siempre soñamos con la justicia; todos, sin excepción.
Creo que nuestra principal vocación era esa, de jóvenes, cuando decidimos escoger esta profesión de abogados. Y les puedo decir que es una de las profesiones más hermosas porque puedes hacer, puedes contribuir a que se haga justicia a los que la merecen y a los que la reclaman.
Nosotros, en el Congreso, en el Senado de la República, estamos haciendo nuestro mejor esfuerzo: de dotarle a la sociedad de instrumentos jurídicos modernos, cuya exigencia proviene precisamente de la ciudadanía, y aprovechando el Día del Abogado, frente a ustedes, quise, como marco de referencia, presentar la última de mis obras, es el libro número 34, y en este momento lo estoy señalando, acaba de salir de la imprenta.
Un libro que tiene que ver con esto que les estoy comentando, y que mejor lugar que en el marco de la celebración del Día del Abogado. Este libro se llama “Las grandes reformas para el cambio de régimen”, que son un compendio de las reformas que hemos hecho en los últimos tres años.
Reformas constitucionales: 18; reformas a leyes reglamentarias; reformas a códigos y ordenamientos jurídicos nuevos; cerca de 250 productos legislativos que ustedes deben de tener actualizados y que ha sido tan rápida la dinámica del Congreso que, si no tienen la especialización como ustedes en la materia penal, no ves las otras materias.
Seguramente ustedes revisaron las modificaciones del 19 constitucional, catálogo de delitos graves, o quizá la prisión oficiosa, o incluso la modificación de extinción de dominio y las leyes reglamentarias que la Corte ha invalidado; algunos artículos de la Ley de Extinción de Dominio. Todo lo que les parecería más en su materia, incluyendo los delitos de evasión fiscal, facturas falsas o empresas fantasmas, que caen en el ámbito fiscal, pero también penal.
Todo eso lo recojo, lo retomo en esta obra de dos tomos que hoy estoy presentando, ahorita estoy presentando frente a ustedes, porque me parecía importante que lo hiciéramos, y qué mejor cuadro y qué mejor recepción que con ustedes. Por cierto, como no ha llegado el tomo dos, les voy a obsequiar, por ser Día del Abogado, el tomo uno. Son los primeros que van a recibir el tomo uno de este libro obligado sobre grandes reformas de esta Legislatura.
Por eso, me da mucho gusto estar con ustedes. Hay que seguir luchando los abogados, porque se nos trate mejor, porque somos indispensables en la construcción de las nuevas sociedades. Y si todos estamos juntos y menos dispersos, vamos a lograr nuestro anhelo, nuestro sueño y vamos a recuperar nuestro espacio, simplemente el que merecemos.
Pues muchas gracias. Les pido, si están las gentes, entreguen el libro. Léanlo y me dan sus comentarios. Incluso es un texto muy fácil de leer. Sólo es el tomo uno, no me llegó el tomo dos. Lo edita Miguel Ángel Porrúa, con quien trabajo. Este no está a la venta, este es un libro del Senado. Tengo otros libros que sí están a la venta, les recomiendo que los compren, los otros, porque como nos hemos reducido el sueldo, tenemos que dar clases y tenemos que vender libros para vivir.
Tengo que retirarme, tengo otras actividades, pero quería saludarlos. Y va a estar el presidente de la Mesa Directiva. Saludo al Fiscal de Baja California.