Por Alberto Woolrich
Coneme / Al parecer alguien en ésta Cuarta Transformación de la Nación, pretende desde cotos del poder efectuar una supresión del orden constitucional, nulificar nuestro estado de derecho, desaparecer la legalidad que siempre ha imperado en la República, desconocer el espíritu y contenido de la Constitución Republicana. No obstante, esos caprichos u ocurrencias difundidos en micrófonos por las mañanas, nuestro orden jurídico no va a naufragar a raíz de esos decíres políticos. Desde siempre se ha sabido que nuestra Norma Suprema en espíritu señala que: “Todo ciudadano mexicano tendrá el derecho de defender su causa por sí mismo o por interpósita persona”.
Esa interpósita persona al que se refiere el párrafo que antecede son los hombres de ley, siempre llamados “abogados”, nosotros no requerimos para ello, ni nombramientos especiales, ni designaciones a modo, ni trajes particulares para ejercitar libremente nuestras funciones. Es pues por éste medio y por así decirlo quienes nos encargamos de hacer defensa de lo que agravia y por sobre todo de aquello que ultraja a nuestra Nación. Decretos no escritos que nacieron en un muy lejano pasado crearon a los “Defensores de la Ley”, a fin de que ellos como encargo tuvieran el de “regularizar los procedimientos y poner los asuntos de la Patria en orden”.
Los abogados contamos con el sagrado derecho de efectuar defensas en donde se quiera, siempre que para ello contemos con la patente que a pulso debe de ser ganada; contamos, gozamos y conservamos siempre ese añejo privilegio. Según cuenta la historia y ello jamás ha sido objetado, desde muy viejos tiempos los procuradores fueron suprimidos, según decretos del 17 de marzo de 1791 y del 3 de Brumario, año II; todo abogado tenía, tiene y mantiene el derecho de defender a otro ante los tribunales y así se dio inicio a la categoría de gente a quienes se dio el nombre de “Defensores Oficiosos”. Entre nosotros no hay, ni debe de existir ningún vinculo con la autoridad que nos obligue a someternos a indignidades, ni arbitrariedades del poder, así fueran ellas provenientes de indignas ordenes del Rey. Según relata también la historia jurídica de la abogacía, en el ayer existieron defensores del talento de Thouret, quien siempre se apoyaba en abogados célebres como Tronchet, Duport y Treihard, todos ellos distinguidos miembros del Foro de Paris, los cuales se opusieron a la voz de la arbitrariedad, esos “Defensores Oficiosos” jamás se inclinaron a ninguna complacencia hacia las instituciones que denigraron a la justicia de su Patria. Siempre se elevaron en la defensa del orden amenazado.
Hoy la Academia de Derecho Penal del Colegio de Abogados de México, A.C., declarara sin ambages, sin miedos y sin la menor pena, que como profesionistas no vamos a permitir ni abusos que aquejen a nuestro México, el cuál siempre debe vivir y subsistir bajo el régimen de libertad. Por ello todos los abogados independientes de la República estamos obligados a demostrar que tenemos y contamos con huellas de libertad y con la valentía de la verdad nos atrevemos a reclamar y evitar que en nuestro México se suprima el orden constitucional, que se pretenda nulificar nuestro Estado de Derecho, que desaparezca la legalidad que siempre debe de imperar en nuestra República, que nunca se desconozca el espíritu y contenido de nuestra Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos. Es cuanto, Señor Lic. Andrés Manuel López Obrador, Presidente Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos.