Por Alberto Woolrich
Coneme / Especial relevancia tienen y contienen las palabras expresadas por Thomas Hobbes cuando en el ayer apuntó: “La justicia consiste en no arrebatar al hombre lo que es suyo”. En el mismo orden de ideas cabría preguntar al Sr. Lic. Andrés Manuel López Obrador, en su carácter de Presidente de los Estados Unidos Mexicanos, ¿Qué se le arrebató al hombre mexicano?.
La respuesta nos la da nuestra propia Carta Magna. Se ha perdido el control constitucional que evitaba que las autoridades actuaran fuera de los principios y lineamientos previstos en nuestro Pacto Federal, se ha extraviado el objeto consistente en proteger los ordenes jurídicos, por todo tipo de violaciones a nuestro Libro de Leyes, que es base y sustento del sistema jurídico nacional. La pregunta obligada es: ¿Por qué se perdió ello?. La respuesta es sencilla y clara: Se traspapeló por una simplísima razón; los actos de autoridad no se sujetaron al control para impedir la protección de nuestra normativa patria, así de sencillo.
Van a cumplirse décadas y los responsables directos de la narcopolítica, que han causado tantas desgracias a México, no han sido tocados ni con el pétalo de una rosa. Simple y sencillamente se les ha brindado impunidad.
O todos coludos o todos rabones.
Qué razón tiene el eminente jurista nacional, Don Alfonso Jiménez O’farril, al sostener en brillantísmo coloquio, que nuestro País está sumido en la constante violación del Estado de Derecho, cometido a todos los niveles y aceptado por múltiples sectores.
La justicia debe ser igual para todos; igual en Sinaloa, que en el Estado de Sonora o en el Estado de Veracruz.
De otra suerte, todos los mexicanos que pisamos éste adorado y venerado suelo luciremos en lugar de sonrisas francas y brillantes, definidos rictus de dolor y de desprecio. Por aquello perdido en ésta Cuarta Transformación de la Nación.
También debo sostener, y así lo afirmo que el responsable de la narcopolítica puede encontrar su destino si Andrés Manuel López Obrador pierde el respeto a la delincuencia y actúa como debería de haber actuado desde “endenantes”. Regresándonos lo que se nos arrebató.