Por Alfredo Martínez de Aguilar

  • La amarga, cruel y dolorosa realidad política, se agrava enormemente con la devastación provocada
    por la gran tribulación del nuevo coronavirus SARS-CoV-2-COVID-19 que cambió al mundo, pero no a
    nosotros.
  • La utilización del terror como herramienta política para imponer el proyecto socialista y justificar el
    autoritarismo cada vez más radical por intolerante, es una pieza central del discurso lopezobradorista.

Jamás imaginamos el infierno que viviríamos en la tierra con la pandemia del nuevo coronavirus SARS-CoV-
2-COVID-19. Ni siquiera en nuestras peores pesadillas lo sufrimos. Ahora, es una terrorífica realidad diaria.
Ello nos ha llevado a vivir experiencias inimaginables. La singular celebración de las Fiestas Patrias a puerta
cerrada, por ejemplo. El Grito de Independencia se convirtió en Aullido de dolor como al perder un amor.
Salvo honrosas excepciones que confirman la regla, muchas familias han perdido a sus seres queridos,
familiares y amigos. Más preocupante es saber que es el principio del fin. El COVID-19 llegó para quedarse.
Pero lo peor de todo es que por soberbia y desmedida ambición del presidente Andrés Manuel López
Obrador, el gobierno de la 4T y su partido Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), hunde a
México.
El discurso del gobierno de Andrés Manuel López Obrador aborda tres aspectos en los que se manifiesta su
pensamiento autoritario. El primero se refiere a la implantación de un nuevo modelo de desarrollo
socialista.
El segundo a la relación con los medios de comunicación en general y de manera particular con la prensa y
el tercero a su controvertida concepción de la democracia dirigida y de los partidos políticos en México.
La utilización del terror como herramienta política para imponer el proyecto económico socialista y
justificar el autoritarismo cada vez más radical por intolerante es una pieza central del discurso
lopezobradorista.
Después de seis sexenios de gobiernos neoliberales, la maldición que Miguel de la Madrid dijo que quería
evitar “No permitiré que la Patria se nos deshaga entre las manos” se cumple con el gobierno de AMLO.
Resulta increíble observar que al político que por 18 años buscó la Presidencia de la República enarbolando
las banderas de los anhelos más sentidos por millones de mexicanos durante generaciones destruya al país.
Indispensable es compartir con ustedes, queridos lectores, una serie de reflexiones, con motivo de los
ideales de independencia, libertad, democracia y justicia social, que han inspirado las luchas de los
mexicanos.
Todos estos ideales siguen siendo inalcanzables utopías para los millones de mexicanos de la actual
generación. Hoy, más que nunca, los logros conseguidos históricamente están en grave riesgo de perderse.
El presidente Andrés Manuel López Obrador, el gobierno de la 4T y su partido Morena están empeñados en
dinamitar las instituciones nacionales que tanta sangre y sacrificio nos ha costado construir por siglos.
Entendible, jamás justificable, la terrible incongruencia entre lo que dice, piensa y hace el presidente López
Obrador, empezando por su reiterado dicho “Al margen de la ley, nada; por encima de la ley, nadie”.
Lo mismo ocurre con su principal bandera de campaña y de gobierno al comprometerse supuestamente a
combatir a toda costa la corrupción bajo la premisa que se haga la voluntad en los bueyes de mi compadre.
Utiliza al Sistema de Administración Tributaria (SAT) y a la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF) para
investigar las fortunas mal habidas, producto del escandaloso saqueo, durante los gobiernos neoliberales.

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Pero como siempre, aplica la ley de manera selectiva como instrumento de venganza política en contra de
sus adversarios y enemigos, mientras éstos no se sumen a las filas del gobierno de la Cuarta
Transformación.
Sobran los ejemplos de todos conocidos de grandes saqueadores de la riqueza nacional desde las
administraciones de los gobiernos de los últimos seis sexenios, iniciando con el pillo de Manuel Bartlett
Díaz.
Aun cuando es uno de los casos más conocidos internacionalmente de políticos mexicanos con presuntos
nexos con el narcotráfico, ampliamente documentados por Estados Unidos, de ninguna manera, es el
único.
El dinosaurio del ex priista Bartlett Díaz forma parte de la columna vertebral del gobierno de Andrés
Manuel López Obrador y es piedra angular de la Cuarta Transformación, y sigue haciendo negocios al
amparo de ésta.
Esta amarga, cruel y dolorosa realidad política, se agrava enormemente con la devastación provocada por
la gran tribulación del nuevo coronavirus SARS-CoV-2-COVID-19 que cambió al mundo, pero no a nosotros.
Por tal motivo, estamos obligados a cobrar conciencia que, a querer o no, guste o no, millones de
habitantes de la Tierra seguirán muriendo en el mundo. Muchos por padecer una enfermedad crónico-
degenerativa.
Pero muchos más de los que imaginamos, debido a su criminal irresponsabilidad al no respetar las
obligadas medidas de prevención sanitarias y convertirse en foco de contagio masivo en sus hogares y
lugares públicos.
A pesar de las drásticas medidas adoptadas en algunos casos con la imposición, incluso, de estados de sitio
y toques de queda, la mayoría de los 417 municipios indígenas “de la esperanza” ya han sido contagiados.
Miles de habitantes de Oaxaca en las diversas regiones del estado no se quedan en sus casas ni usan el
obligatorio cubrebocas en la vía pública y abarrotan las calles como si no corrieran ningún riesgo en su
salud.
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@efektoaguila